Blog de Manuel Saravia

En torno a la agenda pública

  1. Varias utilidades de la agenda pública. Por de pronto, disponer públicamente la agenda es un acto significativo del trabajo de los cargos públicos, tanto en lo que se refiere a la transparencia como a la rendición de cuentas, sin duda. Pero también puede servir como herramienta auxiliar para mejorar el propio trabajo, distribuyendo mejor los tiempos.
  2. No es obligatoria. Aunque haya legislaciones que exijan la publicación de las agendas para los cargos del gobierno central o de algunas autonomías, la publicación de las agendas de los concejales, salvo excepciones, es aquí voluntaria. De hecho, en el Ayuntamiento de Valladolid el equipo de gobierno y algunos grupos de la oposición publican su agenda. Pero otros no han querido sumarse a hacer pública la previsión de sus actividades.
  3. Existen ya numerosas recomendaciones sobre cómo elaborar esas informaciones diarias. Las dos más significativas son la “Recomendación 1/2017 sobre información de las Agendas de los responsables públicos” (del Consejo de Transparencia y Buen Gobierno); y la “Información relativa a las agendas de los responsables públicos” (de la Agencia Española de Protección de Datos).
  4. Contenido amplio. El Consejo de Transparencia considera que la “Agenda para la Transparencia del responsable público” debe incluir una serie de actividades que enuncia con cierto detalle. Entre ellas: viajes y desplazamientos oficiales, visitas oficiales realizadas o recibidas, actos institucionales en que se participe, eventos o conferencias, recepciones y comidas oficiales y actos sociales, comparecencias ante organismos, y ruedas de prensa y entrevistas. Pero también: “Reuniones mantenidas en el ejercicio de sus funciones públicas con el personal a su cargo o con otras personas (…), tales como empresas públicas o privadas, organismos…, partidos políticos, sindicatos o entidades con o sin ánimo de lucro al objeto de definir o desarrollar las acciones que corresponda realizar en ejercicio de sus funciones”. Importante: reuniones con grupos de interés o “lobbies”.
  5. Lo que no aparece. Obviamente, el trabajo de preparar plenos o comisiones, estudiar asuntos o redactar textos o discursos, no se refleja. Con todo, llaman la atención algunas agendas públicas que no tienen casi nada. Por ejemplo, sin ir más lejos, las de La Moncloa. Agenda del día 19 de septiembre de 2019. Presidente del Gobierno: una actividad (“21:30 h. Es entrevistado por Antonio García Ferreras en una edición especial de Al Rojo Vivo de La Sexta TV, en el Complejo de La Moncloa”). Vicepresidenta: sólo un par de cosas: una entrevista y una inauguración. Ministra de Justicia: una inauguración. Ministra de Defensa: una entrevista en Telemadrid. Ministra de Hacienda: una entrevista en Espejo Público… ¿No reciben a nadie, o están todo el día estudiando?
  6. El cumplimiento de la agenda. A veces se dan situaciones sobrevenidas que hacen imposible cumplir lo previsto en algún momento. Es normal. Y también requerimientos no previstos, que no figuraban previamente. También es normal. Pero la gran mayoría de las previsiones se cumplen. Y si antes dijimos que las agendas servían para analizar el tiempo que se dedica a los distintos componentes de la actividad pública, no estaría de más hacer el repaso de un año completo, por ver si conviene hacer correcciones.

Un año de trabajo

  1. Un año de trabajo. En este sentido he revisado el conjunto de las agendas diarias de mi concejalía, del último año del mandato anterior: 2018. Lo he hecho a partir de las notas de que dispongo, que creo que se corresponden con bastante fidelidad a lo que finalmente se publicó e hizo. He agrupado las actividades (según la Agenda pública de 2018) en una serie de entradas, partiendo (más o menos, no literalmente) de los epígrafes propuestos en la Recomendación 1/2017 antes comentada.
  2. Muchas reuniones de debate y acuerdos. Probablemente sean éstas las actividades que más tiempo ocupan. En 2018 hubo, según mis cuentas, 189 reuniones de plenos, comisiones y consejos que ocuparon a la concejalía de Urbanismo. Sin duda, mucho tiempo del total. 17 plenos, 26 comisiones de urbanismo y medio ambiente, 15 sesiones de la comisión de investigación, 52 juntas de gobierno, 4 juntas de portavoces (las 4 a las que asistí como portavoz suplente), 9 consejos de Viva (aparte de las reuniones de la Mesa de la Vivienda). Y así hasta esas 189, con la participación en otras reuniones de Cultura, Seminci, Sugerencias, Contratación, Deportes, Consejo de VAV, AL21, Canal del Duero, Comité Feria de Valladolid, Subvenciones, Junta Local de Seguridad, etc.
  3. También numerosas reuniones de coordinación. He contado más de 200 reuniones de trabajo con los distintos servicios (todos los martes con el Servicio de Planeamiento, miércoles con Arquitectura, jueves con SEPI y VIVA; y viernes con Protección de la Legalidad). Además, otras 32 reuniones con el Equipo de Gobierno. 69 de VTLP (incluyendo algunas de IU). Y 63 actos de firmas, contratos y mesas de contratación, levantamiento de actas de expropiación o sorteos notariales. “Comidas”: ninguna. Viajes: muy pocos. Uno a Palencia (al Encuentro municipalista) y 8 a Madrid (3 a Adif; y uno a la Escuela de Arquitectura, con el Presidente de Renfe, la Alcaldía de Madrid o los ministerios de Defensa y Justicia).
  4. Con asociaciones y en la calle. He contabilizado 92 reuniones con asociaciones vecinales (incluyendo las asambleas vecinales celebradas). De ellas, 11 corresponden al 29 de octubre. Asistencia a manifestaciones o concentraciones, inauguraciones, visitas a barrios y actos de las asociaciones: 133 en total. (Sí. He estado muy entretenido este fin de semana haciendo todas estas cuentas).
  5. Actos oficiales. Oficié en 2018 un total de 22 bodas (la actividad que prefiero, sin duda). Además participé en 28 actos institucionales y galas (Medalla a Concha Velasco, Clausura de la Asamblea de la Federación de Asociaciones Vecinales Antonio Machado, Día del Libro, Inauguración del Mercado Castellano, Acto de Santa Rita, Inauguración de las calles Feliciano Escudero y del Turno de Oficio, Día de la Policía Municipal, Visita a los cementerios del Carmen y las Contiendas el 1 de noviembre, inauguración de la Feria Inmobiliaria, Día del Cuerpo de Bomberos, Día de la Mujer, etc.).
  6. Actos para difundir o explicar propuestas de la concejalía. Las entrevistas con medios de comunicación o la participación en debates de la Cadena Ser (asistí a 10) sumaron 48 actividades. Creo que convoqué 5 ruedas de prensa (para la presentación del proyecto de la Avda. de Segovia, sobre fuentes, el desarrollo del contrato de conservación, la Ciudad de la Justicia y de VTLP). Quizá sea poco. Y por otro lado, aunque se hicieron 67 obras en 2018 no planteé la inauguración pública de ninguna de ellas. Inauguraciones: cero.
  7. Recibir a interesados. Si no me equivoco en las cuentas o las notas, en 2018 hubo 147 visitas relacionadas con los asuntos del Área. De ellas 85 fueron con particulares. Y las otras 62 con empresas. Seguramente es una ingenuidad. Pero me gusta que haya más reuniones con vecinos y vecinas, preocupados por asuntos concretos que les afectan directamente, que con empresas y promotores. Por cierto, de éstas, alguna repitió hasta 4 veces. No más.
  8. Algunas evaluaciones. Al ver la distribución de tales actividades pueden sacarse consecuencias. Por un lado, lo más fácil: comprobar lo obvio; que hay actividades propias de la mañana y otras de la tarde. Que también las hay del fin de semana. Podrían igualmente distinguirse (y cuantificarse) las actividades que se desarrollan en el despacho y las que corresponden a la calle (calculo que estas últimas habrán sido del orden del 15% del total de los 1344 registros del año). Tampoco estaría mal estimar cuántas actividades son de trabajo de desarrollo de tareas frente a las de coordinación o las de conocimiento de la realidad. Y distinguir las actividades de hacer cosas de las de presentarlas o difundirlas. Estos últimos cálculos no los he hecho; pero estaría bien hacerlos.
  9. Ajustes y estilo. A partir de lo dicho estaría bien hacer algunos ajustes. Pues parece evidente que determinados grupos de actividades llevan un tiempo exagerado (es verdad que en muchos casos no puede reducirse; pero en otros seguramente sería posible hacerlo). También hay actividades que deberían reforzarse. Porque, desde luego, visto todo en conjunto, podría decirse que cada agenda refleja un cierto estilo de gobierno.
  10. Un diario al revés, antes de que pasen las cosas. Presentar públicamente las agendas puede verse (a veces con claridad) como una carga. La agenda propia te puede llegar a agobiar (sin olvidar la incomodidad que en ocasiones supone para los demás implicados en las actividades). Pero también son claras las ventajas que procuran. Las agendas públicas están bien. Porque además podrían verse (y esto es gracioso, creo), como una especie de diario “preventivo”. Pues en algunos casos hasta sería posible anotar (preventivamente también), junto a algunas de las entradas las impresiones que con toda probabilidad se van a sentir al desarrollarlas. Qué bien: mañana tengo esa reunión. O también: madre mía, mañana voy a sufrir con esta visita, podríamos decir. Y efectivamente: muchas veces se cumplen esos augurios deseados o temidos. Como la vida misma.                                                                                                                                        (Imagen: Comisión de Investigación, sesión del 8 de febrero de 2018).

 

 


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