Podríamos decir que desde la vindicación de la educación de las mujeres de la británica Mary Wollstonecraft (1792) han transcurrido más de tres siglos y el asunto debería estar resuelto. Pero el discurso de la jovencísima paquistaní Malala Yousafzai en Naciones Unidas, en defensa de los derechos de las niñas a la educación (12 de julio de 2013), desmiente rotundamente aquel optimismo. Podríamos consolarnos con la idea de que en nuestro país la igualdad está “prácticamente” conseguida. Pero los datos de 2014 lo desmienten. La desigualdad laboral, por ejemplo, sigue siendo patente y con la crisis ha aumentado. Lo mismo que la desigualdad salarial, ya que “una mujer trabaja 84 días más al año para ganar lo mismo que un hombre”. Sabemos que cuando las mujeres trabajan se enfrentan a lo que se ha llamado “la odisea de conciliar”. Según el Barómetro del CIS de marzo de 2014 prácticamente dedican el mismo tiempo que los hombres al trabajo fuera de casa, pero dentro del hogar las mujeres dedican un 97’3% más de tiempo a las tareas domésticas y un 25’8% más al cuidado de hijos e hijas. Y qué decir de la escuálida presencia de las mujeres en cargos directivos o en la cúpula empresarial. En último término, las mujeres en España son más pobres que los hombres.
De manera que solo con esas informaciones ya se justificaría la necesidad de mantener las espadas en alto. Pero es que hay más, mucho más. Por ejemplo, el hecho de que entre los jóvenes recupere vigencia “el estereotipo de que el lugar natural de las mujeres es el hogar y la familia, y su actividad en el mercado de trabajo y su salario son elementos auxiliares o de acompañamiento en la economía familiar” (Amaia Otaegui). O las declaraciones de algunos cargos públicos que se han oído en los últimos meses (por ejemplo, del alcalde de Valladolid). O el resultado de la “macroencuesta” del Ministerio de Sanidad, SS e Igualdad, que indica que un 12,5% de las mujeres ha sufrido violencia física o sexual a lo largo de su vida en España. O el incremento constante de las muertes por violencia de género (6 asesinatos en los últimos cuatro días en España).
Está claro. El Comité de Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación contra las Mujeres tiene aún una inmensa tarea por delante. Pero también la tienen las administraciones públicas de nuestro país y de nuestra ciudad. Y la tensión del feminismo que se originó en la Ilustración sigue siendo rotundamente necesaria.