Casi por casualidad me he encontrado con una cita estupenda. Está en la presentación de un libro del XVI y me ha encantado. Corresponde al traductor (al humanista, que nos dicen en sus biografías) Pedro Simón Abril, quien en la introducción de un texto de Aristóteles vertido por él al castellano, amablemente nos suplica: “Finalmente por la común humanidad ruego y con buen derecho pido, que si algo oviere no tan limado, se acuerden que es hombre el que lo a vertido: y que no pudo estar siempre tan en centinela, que no diesse alguna cabeçada”. Qué majo. Lo he hecho lo mejor que he podido, viene a decir. Pero quizá en algún momento haya flaqueado.
Ya se sabe. Siempre estamos vigilantes y en vela para hacerlo bien, lo mejor que sabemos. Pero (ay), en ocasiones el sueño (o los sueños) nos pueden, y se nos cae la cabeza en ese reclinar involuntario del que “se está durmiendo sin estar acostado”. Ahí estamos, tantas veces. Habrá que despertar nuevamente, pellizcándose, dando saltitos, palmadas, café a raudales, no sé, hasta que concluya el tiempo de la centinela. Eso sí: por la común humanidad ruego yo también a ustedes, amables lectores: “se acuerden que es hombre” quien esto escribe. Gracias.
(Imagen: Autorretrato -¡dormido!- de Piero della Francesca, en La Resurrección de Cristo).