Blog de Manuel Saravia

Bauman

Zygmunt Bauman es un sociólogo original y muy atractivo (ojo, me refiero a sus libros). Me gustaría recordar uno de sus textos, bastante antiguo pero muy actual: En busca de la política. Porque es una reivindicación de la actividad política. De su necesidad. Fue publicado en 1999, y ya en aquel año presentaba este contundente diagnóstico: Nos desplazamos hacia la privatización de los medios que aseguran la libertad individual, produciéndose con ese movimiento pobreza masiva y miedo generalizado.

Incluso la utopía social –continúa- también se privatiza en manos de muy pocos. De tal forma que “el arte de retramar los problemas privados convirtiéndolos en temas públicos está en peligro de caer en desuso y ser olvidado. Los temas privados suelen definirse de tal modo que resulta extraordinariamente difícil agregarlos y condensarlos en una fuerza política”. Habría que agregar, por ejemplo, las protestas por la gasolinera de Parque Alameda, por el paso a nivel de Pilarica, por los recortes en educación de personas adultas o por el centro de educación especial nº 1, por muchos más asuntos concretos en una propuesta integrada que haga frente a las causas comunes que los originan. En eso consiste la política. Se trataría, según Bauman, de pasar de lo privado a lo público, de volver a tramar multitud de cuestiones concretas en causas generales. Ésa es, según dice, la tarea urgente de la política.

Eso sí: arriesgando en las propuestas y sin tener certezas absolutas sobre los resultados. Pues considera que en una sociedad autónoma (a la que aspiramos) “la duda es el don más precioso que pueden ofrecer los pensadores a la gente que intenta desesperadamente encontrar un camino para escapar de la penuria que implica la doble carga de la estrategia de ‘no hay alternativa’ y los embates de la política de vida privatizada”. Y recuerda cómo “el paso decisivo hacia la autonomía había sido dado cuando los antiguos griegos empezaron a preceder sus leyes con el preámbulo edoxe te boule kai to demo (‘parece buena para la asamblea y para el pueblo’). Parece buena, no es buena. El reino de la autonomía empieza donde termina el reino de la certidumbre”.


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