España estará muy contenta de ser la depositaria universal de la letra “ñ” (la n con sombrero). Pero debería hacer un esfuerzo por incorporar nuevas palabras que empiecen con la susodicha letra. Porque el diccionario no puede ser más parco, soso y rácano en ese capítulo. De manera que tendremos que apañarnos con las palabras de siempre. Debo reconocer que he dudado largamente entre ñú y ñandú. Pero finalmente he optado por ese extraño cruce de antílope, toro y caballo. Aunque no sabría explicar muy bien por qué.
Hablemos, pues, del ñú. Pero no de todos. Sino fundamentalmente de los de la especie del “ñú abigarrado”; ya que un ser que se denomina “abigarrado” tiene que tener algo especial. Y así es, en efecto: tiene rayas. Y como es abigarrado, son rayas en desorden. He leído que “los movimientos de este animal son verdaderamente singulares: anda y galopa siempre al portante, es decir, moviendo a la vez la pata anterior y la posterior del mismo lado”. Dicho lo cual, ya no sé muy bien cómo sacar más partido del dichoso rumiante. De manera que lo dejo aquí y constato que ha quedado este post un tanto ñoño (eso sí: con dos eñes más).