Ginebra, Nueva York, y ahora Milán. La idea de construir una mezquita en esta ciudad ha desatado la polémica. Las primeras noticias datan del verano de 2009, pero ahora han arreciado. En 2011 hay elecciones municipales y las distintas posiciones sobre esta obra van a marcar la actividad política próxima. Se dice que son casi 100.000 musulmanes, que hasta ahora se reúnen en gimnasios, sótanos, algún viejo cine o una carpa improvisada, los que preguntan dónde construir un lugar de culto bien acondicionado. El Ayuntamiento (de la coalición del Pueblo de la Libertad, de Berlusconi, y la Liga Norte) no sólo no contesta, sino que hace un año cerró el centro islámico de Viale Jenner, que ocupaba una nave industrial. ¿Razón?: «La cuestión no es urbanística ni de libertad religiosa. El problema es la seguridad», dicen las autoridades, apuntando directamente al terrorismo islámico. De hecho, un representante de la Liga Norte ya lo había advertido: «Bloquearemos el proyecto de la mezquita de cualquier modo». En fin: así están las cosas.
El único partido que apoya la construcción es el Pd (coalición de izquierdas denominada Partido Democrático). Uno de los candidatos a las primarias para las municipales, el conocido arquitecto y urbanista Stefano Boeri, que dedicó a este asunto sus primeras declaraciones, lo planteó desde una perspectiva práctica. La mezquita, dice, “es indispensable. ¿Qué van a pensar los hombres de negocio islámicos que lleguen para la Expo de 2015, cuando les acompañen a rezar en un garaje?». No es novedad el apoyo de la izquierda a este tipo de centros En el municipio de Sesto San Giovanni, cerca de Milán, el alcalde Giorgio Oldrini (del Pd) acaba de dar licencia para construir una mezquita con capacidad para 3000 personas. Lo justifica de esta forma: “No podemos dejar que nuestros vecinos recen bajo una escalera, con tuberías que gotean, en una situación humillante y poco segura. Muchos están en contra, pero hay que educarles”.
Lo sorprendente es que este mismo alcalde acabe de invertir 292.000 euros en la construcción de una reja para impedir que los gitanos acampen en un área próxima al ferrocarril. Según cuenta El País, “las presiones de comités cívicos y de la derecha llevaron al alcalde a pedir la financiación estatal y cerrar el área”. Los gitanos afectados, no más de la veintena, están ahora al otro lado de las vías. «Les propusimos plazas en centros de asistencia municipales. Nadie quiso: un fracaso de la política». Claro que el portavoz del Pueblo de la Libertad le gana por elevación. Entiende que, efectivamente “la política ha fallado”. Pero lo explica de otra forma, aún más dura: “En lugar de construir muros, había que evitar que entrasen en Italia». Mal.
(Imagen procedente de http://ucidecatalunya.blogspot.com/2010/09/milan-lleida-y-el-islam-el-discurso.html)
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