Blog de Manuel Saravia

Los salarios de los cargos directivos y las bicicletas de Ámsterdam

En medio del debate sobre los sueldos de los cargos públicos en el Ayuntamiento de Valladolid me encuentro con este curioso libro del catedrático de Economía en la Facultad de Periodismo de la Complutense, Cándido Muñoz Cidad, titulado Las bicicletas de Ámsterdam. Falacias y paradojas económicas (Los libros de la catarata, 2015). Una publicación que tiene la impagable virtud de incitar el pensamiento. Pretende efectivamente combatir los apriorismos que cargan muchos de los relatos económicos. Las inercias mentales que llevan a discursos económicos repetitivos que al menos, como poco, podrían matizarse.

Porque la economía –dice Muñoz Cidad- en ningún caso da certezas, y por eso le gusta jugar con esta rotunda frase de Rutherford: “La única ciencia es la Física y el resto es coleccionar mariposas”. La economía, insiste, “no es un vademécum de soluciones”. Sólo mariposas. Pero ¿de qué mariposas habla? Para empezar el título tiene gracia. Y la explicación que da sobre el mismo (que no desvelaré), también. De lo que se trata es de poner en marcha explicaciones “diferentes sobre cuestiones de debate frecuente en economía”. Dar vueltas al vuelo de las mariposas, e intentar «aproximarse a los problemas, considerando alternativas posibles».

Por ejemplo, sobre los sueldos, tema al que dedica algunos epígrafes del libro (con algunos estoy de acuerdo, con otros mucho menos: de eso se trata, del debate). “Que algunos futbolistas –dice- ganan demasiado es una opinión bastante común, pero yo encuentro más justificados los salarios de los futbolistas galácticos que los salarios galácticos de algunos ejecutivos”. Veamos qué dice de los segundos, una vez que deja claro que no le convencen en absoluto las explicaciones al uso. Expone primero “algunos hechos poco edificantes”. En 2012, en plena recesión, 100 banqueros españoles (100 exactamente) ganaban más de un millón de euros (2,2 millones al año, de media). Y recuerda, con numerosos ejemplos, algunas indemnizaciones millonarias de ejecutivos y consejeros de empresas que bajo su dirección tuvieron enormes pérdidas. Lo cual le irrita, ciertamente.

“Parece deseable –continúa.- algún tipo de regulación, pero en la práctica no se ha hecho mucho en este terreno o ha sido poco efectivo”. Sabemos que los salarios suelen justificarse por la productividad del trabajador. Pero no es fácil “valorar la productividad conjunta de toda una serie de factores humanos y materiales” que concurren en una empresa (por supuesto, también en las organizaciones públicas). Y así, “aunque siempre es difícil valorar la contribución de una persona en una gran organización, los altos ejecutivos no suelen encontrar dificultades para convencer a sus consejos de administración y a otras partes interesadas que merecen el salario que ganan, en particular cuando los miembros de los comités de remuneraciones se eligen, con frecuencia, más bien de un modo incestuoso (Piketti, 2014)”. ¿Relaciones incestuosas? Una metáfora un poco salvaje sobre el modo en que se cruzan los intereses de quienes se juntan en los consejos de administración, pero que no deja de ser ilustrativa.


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