Blog de Manuel Saravia

Los libros son parásitos

Rescato uno de los párrafos más curiosos del curiosísimo artículo de José Pazó Espinosa, publicado en el número 368 de la Revista de Occidente, titulado “El libro, el traductor, el banquero y los Beatles”. Dice así: “El efecto de los libros es algo misterioso. Una vez escritos, se aferran a su existencia como testarudos embriones, buscando pervivir. Cambian de forma, mutan, desarrollan cuerpos venosos y sistemas nerviosos para acoplarse a sistemas mayores que ellos; se convierten, en definitiva, en pordioseros de la existencia. Usan la piedra, el papel, el cerebro, el disco duro y el byte para alojarse, para intentar perdurar. Son seres parasitarios, aliens de otros mundos que viajan en nuestros cuerpos y a nuestro lado”.

Lo que hace aquí Pazó es recoger la vieja propuesta de William Burroughs (y de Ginsgberg y Kerouac y otros amigos, después), en la que enunciaba con pasión que el lenguaje es un virus. Que nos llegó desde el espacio exterior. Que nos ha invadido y vive de nosotros como un parásito. Un virus –y no una bacteria- porque es algo no viviente que, al introducirse en un ser vivo, usurpa las características de la vida. “Puede reproducir sus cadenas informativas dentro del organismo -así lo interpreta Gamerro- y luego infectar a otros; puede incluso matar (y quién duda de que el lenguaje mata: después de todo qué es lo que lleva al cuerdo a volverse loco y a ambos al suicidio sino una serie de frases que giran interminablemente en la cabeza y no dejan vivir)”. Contagian, mutan, se apoyan en el cerebro humano y se alimentan de él como medio de perdurar. Y como otros tantos seres compiten entre sí por sobrevivir.

No sé. Es una idea tan disparatada como tentadora. Pero, claro: hoy asistimos a una guerra de “relatos” de lo que ha sucedido en estos días. Y no puedo dejar de pensar que, efectivamente, los relatos también son parásitos.

(Imagen: Adriana Lastra, portavoz del PSOE, en el pleno del Congreso del pasado día 23; imagen de eldiario.es).

 


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