Blog de Manuel Saravia

Individualismo

Sobre este concepto hay gran variedad de ideas, actitudes y doctrinas, que suelen jugar con la antítesis entre “lo individual” y “lo colectivo”. A veces se asocia el individualismo con el desorden. Otras veces se subraya la idea romántica de la relación entre individualidad y autorrealización. Tocqueville pensaba que debilitaba los vínculos sociales. Con frecuencia se alude al “individualismo metodológico”, según el cual los hechos sociales deben explicarse en función de los “rasgos de los individuos: sus propiedades, metas, creencias y acciones”. También hay quien lo defiende argumentando a favor de los derechos humanos. Complicado.

Algunos autores sugieren que el individualismo es un rasgo propio del carácter español, pero otros consideran exactamente todo lo contrario, pues –dicen- lo que realmente se da en nuestro país es el corporativismo exacerbado, el clientelismo y los intereses familiares y grupales por delante de los generales. Un reciente estudio (de Grossmann y Varnum) concluye que es cierto que hoy somos más individualistas, pero que ello se debe al auge de las profesiones liberales, la mayor demanda de trabajos de oficina y el descenso de los oficios manuales. Y también creen haber demostrado que el aumento del individualismo debe relacionarse “con la mayor educación y mejor salud: cuanto mejores son estos estándares, más individualista es la sociedad”. Para el cineasta Uberto Pasolini son los gobernantes quienes “nos empujan al individualismo, a pensar en nosotros y a olvidar que pertenecemos a una sociedad”; porque “trabajan sobre nuestro egoísmo, sobre lo peor de nosotros”. Y hay quien, como Glotz, intenta plantear “un individualismo de izquierdas”, con esta fórmula de síntesis: “por la libertad del individuo en la responsabilidad social”.

En todo caso creo que puede traerse a colación una vieja imagen que, independientemente de las intenciones de su autor, parece a propósito para este debate. Pues pone el acento no tanto en afirmar o proscribir el individualismo sino en cuánto podría ser, sobre qué asuntos tratar y de qué forma proponerse o limitarse. Me refiero a la fábula de Schopenhauer sobre los puercoespines: “Una manada de puercoespines, en un frío día invernal, se apretujaron unos contra otros para protegerse con el calor recíproco, debido a que estaban ateridos. Bien pronto, sin embargo, sintieron las púas recíprocas; el dolor los obligó a separarse. Más tarde, cuando la necesidad de calentarse los llevó de nuevo a juntarse, se repitieron las molestias; de manera que se veían empujados adelante y atrás entre dos males, hasta que encontraron una prudente distancia unos de otros, que para ellos representaba la mejor posición”. Hoy, desde luego, el frío acecha y creo que lo que tenemos que hacer es acercarnos.


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