Blog de Manuel Saravia

Fraternidad

Hay quien dice que la fraternidad está en retroceso. Y quien entiende que lo único que se repliega es el término, pues el concepto, el valor, ha emigrado a la palabra solidaridad. No sé. Pero es cierto que Antoni Domènech escribió hace unos años un libro denominado precisamente El eclipse de la fraternidad, donde lo veía como “el valor olvidado o eclipsado del republicanismo democrático contemporáneo”. La fraternidad, dice Domènech, “dominó las mentes de los pobres, de las clases domésticas, durante más de medio siglo. El problema del futuro sigue siendo cómo organizamos la vida social, la vida productiva y la vida política, para que no haya nadie que tenga que pedir permiso diariamente a otro para sobrevivir. Esto tiene que ver con la fraternidad”. Un propósito para el que viene bien mencionar cómo Juan Urrutia sitúa su ámbito de acción en el centro mismo de la ciudad: “La Polis es el ámbito natural, o territorio, de la Fraternidad. Ambas nociones parecen estrechamente relacionadas”.

Desde luego es un término atractivo que convendría rescatar. Pero David de Ugarte, en un post reciente, echa un jarro de agua fría y atenúa el posible optimismo sobre su nueva asimilación pública. Porque, nos dice, “según cómo fundemos la fraternidad, así serán la formas que tome la cooperación social: como el resultado de relaciones entre pares o como el producto de la mediación -y por tanto centralización- de instituciones externas”. Lleva esa diferenciación sobre las formas de entender la fraternidad nada menos a Aristóteles, por un lado, y Epicuro, por otro. Una dicotomía que –continúa- “ha recorrido la Historia de Europa y la encontramos en casi cada cruce de caminos histórico. Hasta en la economía colaborativa de estos últimos años reaparece el dilema entre los servicios centralizados que pretenden representar y agrupar a comunidades abstractas de personas definidas por sus consumos y la lógica distribuida del P2P. Y es que, desde los orígenes de Europa y el pensamiento Occidental, la fraternidad es un concepto básico con dos lecturas posibles… que marchan por caminos opuestos”.

No obstante, entiendo que puede mantenerse el propósito de “rescate” del término y lo que significa. Pues podríamos entender que algo parecido sucede con términos tan profundos y difíciles de definir como el de la dignidad, y sin embargo las dos vías que también se abren no son incompatibles. Hay (en terminología de Peces Barba) una dignidad autónoma y otra heterónoma, una “personal” y otra que corresponde a la acción social. No diré que son conceptos o actuaciones que se complementan, ni mucho menos. En absoluto. Pero sí creo que es posible una fraternidad de la acción pública, la fraternidad republicana, que corresponde promover desde las instituciones, suceda lo que suceda con la fraternidad del jardín de Epicuro. Comenta Ugarte que la fraternidad “se materializa en el reconocimiento de una identidad común”. Pues de acuerdo: en la identidad común de los seres humanos.


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