Lo peor de la acumulación de eslóganes es que se nos lían en la cabeza. En los últimos tiempos todo parece que hay que decirlo con frases breves y resultonas, fáciles de recordar. Y no solo en política, como podríamos prever. De hecho acabo de comprobarlo con la leche del desayuno. En el brik que tengo aquí aparecen nada menos que cinco eslóganes, repetidos en varias ocasiones. “Lo mejor por naturaleza”, dice por aquí. “Leche y nada más”, un poco más allá. “Nuestra leche está llena de sentido común”, en la cara de la derecha. “Pies en la tierra”, en la web que se sugiere al final.
Pero lo mejor, a mi gusto, se encuentra en el concurso que ha puesto en marcha esa marca entre sus consumidores, también de eslóganes. Piden a los entusiastas concursantes que aporten frases “de sentido común”, entre las que se seleccionarán algunas para “protagonizar” los envases. Y así nos encontramos, por ejemplo, con nuevos eslóganes que, uno distinto en cada envase, se suman a los ya citados. “Dormir menos y soñar más” es el que propusieron “Esther, su marido y su hijo”. O este otro: “Donde esté un buen beso que se quite un emoticono” (María Begoña). O un tercero: “Con el pan duro hacemos torrijas” (“Enrique y su novia”). Y así algunos más.
Lo malo (o lo bueno), como dije, es que te acabas liando. Y se mezclan los eslóganes. Incluso los de la leche con los de otros ámbitos. “Política y nada más”. “Nuestra política está llena de sentido común” (el caso es que me suena). O mejor aún, una mezcla, un maridaje podríamos decir, entre los lemas leídos. Por ejemplo, con los de Esther y Enrique: “Con los sueños de ayer hacemos torrijas”. Creo que a algún partido le sería muy útil este nuevo eslogan, que ofrezco generosamente. De nada.
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