Blog de Manuel Saravia

11. Capitalismo a la vallisoletana

Es interesante el libro de Juan Pedro Velázquez-Gaztelu titulado Capitalismo a la española (Madrid, La Esfera de los Libros, 2015). En el subtítulo concreta más sus intenciones: “Cómo la perversa alianza entre los políticos y la oligarquía financiera frena el avance en España”. Se dirige, por tanto, a mostrar cuáles son los rasgos del “capitalismo clientelar” o “capitalismo de amiguetes” en España. Ya utilizamos esta última expresión en el Pleno extraordinario que se celebró el 9 de septiembre de 2013, en relación a las imputaciones por la manipulación del Plan General de Ordenación Urbana. Pero lo cierto es que, aparte de informaciones o análisis aislados, sobre temas determinados, no existe (o al menos no conozco) un estudio global para nuestra ciudad como el que pretende para toda España el libro que comentamos.

Es cierto que el ámbito propio de algunos de los temas que se tratan en él es muy superior al municipal. Pero, insisto, ¿cabría la trasposición de algunos de los temas de que se trata en el libro a nuestra ciudad? Hacer, por ejemplo, un retrato de las grandes fortunas de la ciudad y su capacidad de influencia. Su escasa movilidad (“si repasamos la lista de los ricos (…) muchos de los apellidos son los mismos que hace cincuenta años”). Quiénes han labrado su fortuna “con ayuda de sus buenas conexiones políticas”. Dónde se han dado conflictos de intereses, ese “pantano de aguas turbias (donde) los intereses públicos y privados se confunden constantemente”, cuáles han sido nuestras pequeñas “puertas giratorias”.

También convendría estudiar para Valladolid lo que se expone en otros capítulos del libro relacionados con las retribuciones y la brecha salarial (“Unos tanto y otros tan poco”. Recordemos que Cáritas estima que en los últimos siete años se ha intensificado la desigualdad en más del 30%, quedando España como uno de los países con mayor desigualdad de Europa). O la caída del poder adquisitivo en estos años (desde el 2009, más del 4% de media estatal). También convendría estudiar para el caso de nuestra ciudad “quién paga impuestos” y dónde está el fraude (capítulo 6). Y desde luego sería enormemente útil conocer cómo queda aquí “La mujer, en las márgenes del poder económico” (capítulo 14).

Y qué decir del poder de los lobbies. Por ejemplo, el de los sectores de las telecomunicaciones o de la energía (“Los dueños del kilovatio imponen su ley”), los pactos entre empresas y las intensas vinculaciones políticas de su actividad. En Castilla y León tenemos algunos ejemplos paradigmáticos de esa forma de proceder. Lo mismo que el papel de la banca, la institución “que más reforzada ha salido del desastre” (el capítulo se titula “La banca siempre gana”). Igualmente se dedica un capítulo a describir “la influencia de las organizaciones religiosas”. Y por supuesto, los “señores del ladrillo” y los “señores del suelo”, muy tocados, pero que siguen en activo.

En el libro también se analiza la situación de algunos contrapesos, como la justicia o los medios de comunicación, con dos títulos muy significativos: “La vigilancia no funciona. La justicia y los órganos supervisores”; y “La prensa, al servicio del establishment”), con diagnósticos como los que siguen: “Las comisiones encargadas de velar por el juego limpio en los mercados españoles carecen de la independencia necesaria para ejercer su función”; o “La prensa se ha sumado al creciente descrédito de las principales instituciones del estado”. ¿Qué papel juegan en nuestra ciudad?

Curiosamente, y aunque el poder político esté presente en todas sus páginas, en el libro no se dedica ningún capítulo específico al estudio de los partidos políticos. Y en general la información que se ofrece procede de lo publicado en los medios, no hay estudios propios. Pero, con todo, se ofrece un panorama general muy útil para comprender el estado de cosas. “El objetivo de este libro ha sido retratar el poder del dinero en España y explicar cómo su complicidad con el poder político supone un obstáculo al desarrollo de la sociedad, de la economía y del país en general”. Y tal objetivo lo cumple.

Como se dice en el prólogo de Soledad Gallego-Díaz, este libro “proporciona lo que los sociólogos norteamericanos llamarían un frame, una especie de marco en el que los lectores puedan más adelante ir incorporando sólida y comprensiblemente nuevos datos”. Y creo que sería muy bueno (tanto para la acción política como para su control) disponer de un marco semejante para nuestra comunidad y nuestra ciudad, describiendo esa “élite que no solo ha conservado el dominio sobre todos los aspectos del entramado (económico-financiero), sino que, asombrosamente, lo ha incrementado” en los últimos años.


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