Blog de Manuel Saravia

Susurros

Hay muchas cosas que han terminado entre susurros. Y otras muchas que acabarán igual. Como aventura Antonio Escohotado nunca nos dirán: “nos hemos equivocado”. Veamos: “La cruzada contra las brujas no se acabó con un decreto diciendo ‘nos hemos equivocado’, se acabó entre susurros”. Y entiende Escohotado que lo mismo sucederá con la “cruzada contra las drogas”.

De forma semejante hemos visto en Valladolid cómo se han ido incorporando algunas propuestas de ecología urbana, contrarias a lo que se defendió hace tiempo con firmeza, aunque sin admitir públicamente nunca que estaban en un error. Se equivocaron con las peatonalizaciones, a las que se opusieron (ahora las defienden). Se equivocaron con las bicis, que las veían como un sistema de transporte propio de Corea, hasta que se subieron León de la Riva o Rajoy a las dos ruedas. Se equivocaron con la guerra metropolitana, el enfrentamiento y la competencia con los municipios limítrofes, hasta que no les quedó más remedio que empezar a pensar en alguna forma de asociación con ellos. ¿Alguien ha oído un mínimo “lo siento, nos equivocamos con las peatonalizaciones, nos equivocamos al reírnos de la movilidad ciclista, nos confundimos en nuestra cruzada contra los municipios limítrofes”? No: tales errores graves y de bulto han terminado entre susurros.

¿Qué susurros nos quedan por ver? Las políticas de vivienda, una acción social preventiva, la remunicipalización del agua, los convenios urbanísticos, la progresividad de los tributos municipales, una política cultural con objetivos explícitos, la reconsideración radical de las ayudas a los clubes de élite, y muchas más propuestas políticas municipales. O la extensión del AVE: ¿se acuerdan los debates hace un par de años sobre este asunto en el pleno municipal? Ayer mismo el Tribunal de Cuentas ponía en cuestión la sostenibilidad económica del modelo de la alta velocidad española. Suma y sigue.

La Sociedad Fabiana confiaba en “la inevitabilidad del cambio gradual”. El trabajo duro -decían-, junto a “la persuasión y la investigación” llevarían a la sociedad de un modo gradual, pero inevitable, hacia los objetivos racionales (que no eran otros, según ellos, que los socialistas). No sé: podría parecer que este fabianismo es la otra cara del coro de susurros que comentábamos antes. Hay cambios que se probablemente se acaben consolidando, pero el cambio que nadie espera es el de se reconozcan abiertamente los errores, cuando los ha habido. Para algunos parece mejor opción ir recogiendo la vieja propaganda entre susurros.


Dejar un comentario