1. Cuando propusimos el ejemplo de L’Alcudia como referencia para el proyecto de parque arqueológico en Villa de Prado no podíamos imaginar la tormenta política que se avecinaba en aquel enclave. Pues la intención del ministro Miquel Iceta de descentralizar “el capital histórico”, que parecía suponer (aún no está decidido) el desplazamiento de la Dama de Elche al lugar de su descubrimiento, fue de tal magnitud que acabó llevando a la dimisión a la Directora General de Bellas Artes. Un debate complejísimo que tendrá largo recorrido e importantes consecuencias, sin duda.
Pero lo cierto es que L’Alcudia de Elche, donde se descubrió en 1897 la Dama, ha cobrado máxima actualidad. Un yacimiento que era ya, antes de la polémica, de la máxima importancia. Situado muy cerca de la ciudad, al Sur, tiene una extensión de casi 11 has. Lo adquirió en 1996 la Universidad de Alicante. Y ese mismo año se creó una institución (la Fundación Universitaria de Investigación Arqueológica) que dispuso un amplio programa de actuaciones, coordinadas por una sucesión de planes directores (el último, de 2018).
Se han levantado allí dos construcciones: un Centro de Interpretación, en el acceso, de 500 m2, inaugurado en 2008; y un Museo monográfico (con materiales de las excavaciones), al otro lado de la parcela. Había ya un museo anterior, pero se reinauguró en 2015. En la visita al yacimiento puede verse lo que queda de la muralla, termas, casas (ibéricas y romanas), un gran aljibe, la recreación de un templo ibérico y los restos (protegidos bajo una gran cubierta) de una basílica cristiana. Un ámbito en torno al cual se desarrolla una gran actividad de todo tipo: cultural, docente, y sobre todo investigadora.
(Abajo: plano general del yacimiento, e imágenes del centro de interpretación, la basílica y el museo, por fuera y por dentro; junto a la ficha policial -de frente y de perfil, de la Dama de Elche, que se conserva en el Museo Arqueológico Nacional).
2. El yacimiento de la Villa de de Prado es de menor dimensión (la parcela ocupa en torno a 6 has., aunque el yacimiento es bastante menor). Pero para Valladolid resulta crítico. El caso de L’Alcudia es una buena referencia, aunque hay que medir las fuerzas. Los restos de la villa romana se descubrieron en 1952, y ha sido objeto de sucesivas campañas de excavación desde entonces. Comprende un espacio residencial aristocrático, edificios termales y dependencias productivas. Disponía de 5 mosaicos, cuatro de los cuales están depositados en el Museo de Valladolid y el quinto (el de los Cantharus) preside el hemiciclo de las Cortes. La parcela es propiedad de la Diputación Provincial (una parte) y del Ayuntamiento de Valladolid (el resto). Y aunque se incoó su declaración como monumento en 1980, solo se ha llegado a la declaración como BIC 40 años después, hace unos meses.
El objetivo debería ser, salvando las distancias, semejante al de L’Alcudia. Es decir: acondicionar la zona (dignificar, como reclama la directora del Museo de Valladolid, Eloisa Wattemberg), en primer lugar. Disponer un espacio de interpretación y organizar la visita, conforme a un plan redactado al efecto. Y reimpulsar la investigación. Pues aún hay mucho por hallar, dice la arqueóloga Margarita Sánchez Simón. No se ha encontrado aún, por ejemplo, la necrópolis. Se cuenta con el interés de la asociación vecinal Villa de Prado, que organiza cada año, desde 2016, unas jornadas sobre “patrimonio y ciudad” (publicadas por la Concejalía de Planeamiento Urbanístico). Con todo, la primera actuación tendrá que ser la redacción de un plan director para la zona, y paralelamente buscar un nuevo emplazamiento para tirar los fuegos artificiales. Ambos trabajos están ya en marcha.
(Abajo: Esquema de los restos de la villa y localización de los mosaicos, según Wattemberg. Imágenes de dos de ellos, situación del yacimiento, publicación citada y emblema de la asociación vecinal).
3. En algunas ocasiones hemos comentado que hay tres enclaves y dos recorridos que permiten integrar todo el espacio y son esenciales. El Soto de Medinilla (el primer asentamiento, vacceo), los restos (romanos y medievales) junto a la Antigua, y la citada Villa de Prado. Y dos recorridos de agua: las bóvedas del Esgueva (en su antiguo trazado) y la traída de aguas desde Argales. Aunque obviamente el Valladolid subterráneo de interés cultural es muchísimo más amplio. Está recogido (y protegido) en el Catálogo Arqueológico del nuevo PGOU.
Hace un par de años el Ayuntamiento se pronunció, por unanimidad (Pleno del 1 de octubre de 2019) en “proponer a la Diputación Provincial la firma de un acuerdo para la puesta en valor de los restos arqueológicos de los yacimientos del Soto de Medinilla y de la Villa de Prado, al objeto de formar parte de un proyecto conjunto de los restos arqueológicos más significativos de la ciudad”. Es ineludible activar esa demanda del Pleno. No solo la de llegar a un acuerdo con Diputación sobre el Soto y la Villa, sino también en la elaboración del proyecto general, del itinerario.
Iniciándose en la parcela del «Soto de Medinilla», que ocupa uno de los meandros del río Pisuerga en la ciudad. Y accediendo al antiguo recorrido del Esgueva, los bordes del Pisuerga, los restos del Palacio del Conde Ansúrez y la Colegiata, el Palacio de la Ribera o el recorrido de Argales (entre otros). Quizá (ya se verá, con el proyecto) los restos de la mezquita (de Claudio Moyano) o incluso el lugar del convento de San Francisco donde se cree que está enterrado el héroe irlandés. Y por supuesto, la Villa de Prado.
(Abajo: Piezas del Soto de Medinilla en el Museo de Valladolid; hipocausto y excavaciones junto a La Antigua; visita teatralizada de Aquavall en la primera de las Arcas Reales; puente de las Carnicerías al ejecutar la obra en la parcela anexa; y excavaciones -Strato- en el Hospital Clínico y la Plaza de la Antigua).
4. Esta sería una visión global de la ciudad subterránea y las actuaciones que han de hacerse en los próximos meses. Entre tanto se han venido realizando en los últimos años algunas obras o intervenciones sobre este patrimonio subterráneo. Tanto de protección de restos (como en la Bajada de la Libertad, donde se ha mantenido el antiguo puente de las Carnicerías), como en la adecuación y preparación para la visita de los sótanos de San Benito. Junto a otras actuaciones en marcha, en fase de proyecto, como la solución del cruce del recorrido de Argales con la Ctra. de Madrid (ultimando la redacción).
(Imagen del encabezamiento: Bóvedas bajo San Benito, con el antiguo paso del Esgueva, procedente de la documentación del PGOU).