Hace unos meses el Ministerio de Sanidad y la FEMP publicaron una Guía para planificar ciudades saludables (Madrid, 2022), redactada por varios profesores de la Escuela de Arquitectura de Madrid (Fariña. Higueras, Román y Pozo, del Departamento de Urbanística y Ordenación del Territorio). Tiene una extensión comedida y es de lectura fácil. Y sobre todo, el contenido está extraordinariamente bien ordenado y dispuesto para resultar útil. De hecho, la descripción de los componentes de esa ciudad saludable que se persigue (pgs. 21-44), el cuadro de preguntas para el diagnóstico (45-50) y las buenas prácticas que se recogen (51-110), que constituyen los principales capítulos del libro son presentados con método y operatividad. Cito entre paréntesis las páginas correspondientes para posibles consultas de quien esté interesado, ya que el texto puede descargarse directamente de la web del Ministerio de Sanidad.

Entre las buenas prácticas se ha incluido una de Valladolid, referida a la participación: la iniciativa de la Concejalía de Participación y Deportes denominada Actuva, “orientada a facilitar a las asociaciones, colectivos y a cualquier persona interesada, todo tipo de herramientas y recursos para promover actividades y proyectos de participación en Valladolid”, como se explica en la web de presentación. Pero en Valladolid no solo se observa el modelo expuesto en la Guía para ese ámbito, sino que creo que sobre la mayor parte de los demás apartados considerados también se ha avanzado con decisión en nuestra ciudad. De hecho, algunos de los temas más debatidos en los últimos años tienen que ver precisamente con la salud (calidad del aire, movilidad sostenible, zona de bajas emisiones, entre otros). Y el Plan de Acción de la Agenda 2030, aprobado, después de una amplia participación, el pasado martes 26 de julio de 2022, los recoge, desarrolla y atiende.

(Imagen: Huertos urbanos de Valladolid, procedente de El Día de Valladolid, del 7 de marzo de 2022).