Hace tiempo anunciamos la intención de redactar un libro de estilo para la Concejalía de Urbanismo. Probablemente sea algo demasiado pretencioso, y más que un libro de estilo baste algo parecido a unas normas, criterios o pautas. “De estilo”, claro. Pero algo en esa línea pensamos que vendrá bien. Los libros de estilo son guías de criterios para dar unidad y eficacia a los trabajos de una determinada empresa. Normas que van más allá de la “imagen corporativa”. Porque no se refieren solo (aunque también) a la imagen que se ofrece hacia fuera.
La “imagen de marca” o “corporativa” de una institución o empresa se asocia a lo que esa compañía o entidad “significa” (o quiere significar) para el público en general. La forma en que se percibe, a la que se asocian ciertos valores. Se refiere a los eslóganes y a determinados elementos visuales (como el logotipo, el color, la tipografía), pero también a otros aspectos más abstractos que pretenden generar sensaciones asociadas a esa marca. Que aludan a sus valores, a su misión. Se dice que sirve, hacia fuera, para ser más fácilmente reconocida por la población; y hacia dentro, para dar mayor confianza a los trabajadores hacia la misma empresa. Por supuesto, es imperativo que la imagen que se ofrezca sea creíble.
Pero decíamos que el libro de estilo es algo más. Pueden encontrarse en muchos ámbitos. En la Comisión Europea, por ejemplo, se han publicado algunas recomendaciones sobre cómo redactar la legislación, los informes técnicos, las actas de las reuniones o los comunicados de prensa. Pero no solo es eso. Los más conocidos libros de estilo son los de las empresas de comunicación (en España, el primero fue, según creo, el de El País), con los que se pretende conseguir que los mensajes publicados sean más coherentes, eficaces y correctos. Y para ello incluyen normas profesionales (sobre tipografías, forma de redactar los titulares, etc.), compromisos deontológicos y pautas de distinto orden con las que caracterizar el funcionamiento de tal empresa, la marca de la casa.
En esa línea pensamos que puede estar bien definir un estilo en la actuación del Área de Urbanismo. Un estilo que le dé un rostro propio. Un estilo estimulante, que asocie valores y formas. Obviamente, no se trataría solo de una guía del contenido de la acción municipal urbanística, sino que lo complementaría. Y de uso exclusivo para las actuaciones municipales. Con el carácter de una instrucción, no de una ordenanza. Para definir (al menos parcialmente) el estilo del urbanismo municipal, en el contexto de la forma de hacer del Ayuntamiento en su conjunto.
Sería un proceso de elaboración continua, durante cierto tiempo. Con la idea de “ir construyendo” este libro de estilo de forma abierta, paulatina, como fruto de un debate continuo, con las aportaciones de quienes quieran contribuir a su creación y desarrollo. Por eso se colgará inicialmente (en los próximos días) el esquema del libro, su estructura, con algunas aportaciones iniciales. Para irlo completando, ampliando o corrigiendo progresivamente. Hasta que un día (no demasiado lejano) lo demos por hecho. Atendiendo así a lo que reclamaba Gil de Biedma, a “esa legítima impaciencia humana por dar remate a cualquier empresa antes que del todo olvidemos el afán y las ilusiones que en ella pusimos”. Dar remate a las empresas iniciadas: una buena pauta de estilo, para empezar.