En la Venecia celeste de Moebius (Norma editorial, 1984) figura un dibujo que representa al Mont Saint Michel suspendido en el aire, con este texto: “Si permaneces unido a un principio, harás que todo vuele”. Moebius era así. Pero lo sorprendente de la imagen es, según creo, que este tipo de vistas existen. Se dan. Se pueden ver en el cielo. Y tienen nombre. Esas vistas son “espejismos superiores”, y se llaman Fata Morgana (hada Morgana, que hace alusión a la hermanastra del rey Arturo, la hechicera que seduce y embruja).
Por supuesto, de este hecho hay una explicación de la óptica física (muy sencilla) y también muchas descripciones que, desde Flavio Josefo (siglo I) hasta hoy, han dado cuenta de esas apariciones fantásticas. También hay fotos. En internet pueden verse algunas, cómo no. De todo el mundo. De China, Canadá, Suiza o Noruega. De Barcelona. Del mar (la mayoría), de los ríos, de todas partes. Pero las clásicas son las del estrecho de Mesina. A ellas se refieren los libros más antiguos, que hablan de esas visiones como si se tratase de un patrimonio cultural de la zona. Y en la red pueden encontrarse libros curiosísimos de hace siglos dedicados al fenómeno (Capozzo, Francesi).
¿Qué es lo que se ve, lo que creemos ver? Depende del objeto reflejado y transformado por la refracción en cada caso. Pero recordemos lo que (con la vista, con el alma y la imaginación) se dice ver en esos libros antiguos que citamos. Donde nos cuentan cómo en el horizonte, a lo lejos, detrás de “los vapores de la mañana”, aparecen “ciudades flotando en el cielo, con castillos y torres altas, edificios infinitos, puertos magníficos y bosques densos y ovejas y ganado de diferentes colores, e imágenes o espectros de otras cosas; y a esta visión la gente local llama Fata Morgana” (1508). Sueños de ciudades, que se ofrecen en bandeja.
Ayer pudimos leer en El País un artículo de Andrea Rizzi que estaba muy bien. Pero que sobre todo tenía un título precioso: “¡Va pensiero!…”. Ve, pensamiento. Porque, efectivamente, como dice Rizzi, después de estos meses va a haber que “repensarlo todo, en todas las esferas”. Tras el confinamiento habrá que perseguir esa imagen borrosa que en ocasiones, en días muy tranquilos y brillantes, cuando “el aire se magnifica”, se nos aparece. Va pensiero para construir ese precioso dibujo de Moebius. Y que la ciudad vuele otra vez, conforme a los principios que nos unen.
(Imagen: de la página 50 de la Venecia celeste citada).