Blog de Manuel Saravia

Un camisón

Entre los cuentos que narra Walter Benjamin en Historias y relatos (Península, 1997) me ha parecido especialmente sugerente el titulado “El deseo”. Que como es muy breve, me permito reproducir íntegro.

Una tarde, al finalizar el sabbat, los judíos de una aldea chasídica estaban reunidos en una mísera taberna. Todos eran vecinos de la localidad, salvo uno al que nadie conocía, triste y andrajoso, que permanecía en cuclillas junto a la estufa. Los temas de conversación habían ido languideciendo, cuando surgió la cuestión de lo que cada cual pediría si le fuese concedido un único deseo. Éste de acá querría dinero, aquél, un buen yerno, el tercero, un nuevo banco de carpintero, y así sucesivamente.

Todos habían manifestado ya sus deseos y el mendigo seguía acurrucado al calor de la estufa. De mala gana y pausadamente dio también su respuesta:

– Querría ser un poderoso rey, señor de un gran país, y que una noche, mientras durmiese en palacio, los enemigos cruzasen la frontera y, antes de que alboreara, sus huestes se abrieran paso hacia el castillo sin encontrar resistencia, que me arrancaran del sueño, no me dieran tiempo ni para vestirme, y, en camisón, tuviese que emprender la fuga. Me acosasen sin piedad por montes y valles, a través de bosques y peñascales, sin darme respiro, día y noche, hasta verme a salvo sentado en este banco junto a vosotros. Esto pediría.

Los demás se miraron unos a otros sin entender.
-Y en resumidas cuentas, ¿qué conseguirías?
– ¡Un camisón! – fue la respuesta.

Ya está. No puedo añadir nada más.

(Imagen del encabezamiento: Benjamin, procedente de www.elperiodico.cat/ca/oci-i-cultura)

 

 


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