En estos momentos varios empleados del Área están desarrollando alguna fórmula de teletrabajo. Es decir, ejercen la actividad profesional sin presencia física en los despachos o espacios habituales, en una parte importante del horario laboral. Se puso en marcha como consecuencia del confinamiento forzoso de 2020. Pero superadas (al menos suficientemente superadas) las implicaciones sociales, laborales y sobre todo de salud derivadas de la Covid-19, el planteamiento del teletrabajo ha de ajustarse ahora a los intereses compartidos de trabajadores (conciliación laboral y familiar) y de la administración (el mejor desempeño del servicio público).
Sabemos que (hay informes oficiales que lo confirman) se ha consolidado, en todos los ámbitos, un importante retorno al trabajo presencial, al menos desde el tercer trimestre de 2021. ¿Qué hacer a partir de ahora? Pues, aunque sabemos que el teletrabajo puede resultar adecuado en algunas áreas de la administración pública, es necesario valorar, en el espacio concreto de la administración del planeamiento urbanístico y la vivienda, hasta qué punto interesa esa forma de trabajo, en relación con los aspectos organizativos y de rendimiento. Porque en general, salvo excepciones, no ha habido problemas tecnológicos reseñables. Ése no ha sido el problema. Ni tampoco se ha considerado relevante (al menos hasta ahora) la posible disposición de espacio o la mejora logística de la oficina que permite el hecho de que algunos trabajadores actúen desde su domicilio.
En mi opinión, los temas a considerar, desde el punto de vista de la gestión de los asuntos encomendados, son dos. El primero, todo lo que se refiere a la interacción y comunicación profesional con los compañeros de trabajo. Y el segundo, el sobreesfuerzo de supervisión y coordinación que implica el teletrabajo. Es decir, la complejidad añadida por interactuar desde la distancia. Y en ambos casos, al menos hasta ahora y desde mi punto de vista, el resultado es negativo. De alguna manera (insisto, según creo, según veo), el teletrabajo carga (al menos en parte) sobre los hombros de quienes siguen acudiendo al centro de trabajo cada día. Es una impresión, sin duda. Pero no tengo ningún elemento (informe, contraste de datos) que me permita verlo de otra forma. Por eso, en mi área, en este momento, y con los datos que tengo, creo que debería reducirse al mínimo.
(Imagen: iStock, en www.elconfidencial.com, del 17/05/2021).