Ha habido temporadas en que se ha hablado mucho de tecnología. De sus incidencias, progresos, perspectivas, posibles repercusiones sociales, impactos, mejoras, posibilidades de futuro. Pero en otras domina la calma chicha. Como ahora. Hace unos meses se podía leer un artículo sobre soberanía tecnológica. Pero es excepcional. Porque nos encontramos en un periodo sumamente acrítico en relación a la tecnología. Y sin embargo sigue siendo excitante revisar los escritos de hace más de 30 años sobre este asunto. Por ejemplo, los del economista alemán E. F. Schumacher.
Considero que sus ideas sobre “tecnología apropiada” siguen vigentes. No hay que culpar al “sistema” –decía- y entender que la tecnología es neutral. “No hay duda de que en el mismo piano se pueden tocar muchas melodías diferentes; ahora bien, cualquiera que sea la que se toque, será siempre música de piano”. El desarrollo tecnológico debería evaluarse “a la luz principalmente de tres cuestiones: ¿Cómo actúa en términos de utilización de recursos?, ¿cómo actúa sobre el entorno?, ¿cuál es su pertinencia socio-política?” Y creía que en general la tecnología moderna está planteada para el desarrollo de las grandes empresas. “En términos generales, la tecnología moderna sólo hace buenos zapatos para tipos grandes. Está adaptada a la producción en masa”.
Propugnaba la “tecnología intermedia” para dar a entender que es muy superior a la tecnología primitiva de épocas pasadas pero al mismo tiempo mucho más simple, más barata y más libre que la “supertecnología de los ricos”. Se podría llamar también tecnología de la autoayuda, tecnología democrática o tecnología del pueblo.
La tecnología que proponía, “intermedia” o “adecuada”, se fundamenta en estos principios. 1º. “Las cosas pueden hacerse más pequeñas”, al menos en lo que se refiere a las necesidades humanas básicas. 2º. Es posible hacerlas de manera mucho más sencilla. 3º. Si nos damos cuenta de que la exigencia de un capital muy grande es un principio de exclusión, de que es incompatible con cualquier idea de justicia o de igualdad, entonces trataremos sistemáticamente de hallar formas más baratas de hacer las cosas. 4º. Frente al desarrollo tecnológico basado en la violencia, oponer otra tecnología “no-violenta”. Es muy interesante comprobar adónde han llegado los sucesores de Schumacher: ver practicalaction.org.