El punto de vista de Amin Maalouf
Es interesante la nueva publicación de Maalouf titulada El desajuste del mundo (Madrid, Alianza, 2010). Empieza así: “Hemos entrado en este nuevo siglo sin brújula (…). El mundo padece un desajuste de suprema envergadura y, además, en varios ámbitos al mismo tiempo: desajuste intelectual, desajuste financiero, desajuste climático, desajuste geopolítico, desajuste ético”. Se plantea la duda de “si nuestra especie no ha llegado, por decirlo de alguna manera, al umbral de incompetencia ética”, si no estaremos viviendo el inicio de “una regresión que pone en entredicho lo que tantas generaciones sucesivas se habían esforzado por edificar”. ¿Maalouf pesimista?
Maalouf pesimista, desde luego. Aunque no completamente: “En pocas palabras, tenemos que `inventar´ una concepción del mundo que no sea sólo la traducción moderna de nuestros prejuicios ancestrales y que nos permita conjurar el retroceso que se anuncia”. El verbo es: inventar. Y para ayudarnos en la empresa nos ofrece una serie de pensamientos, de los que me ha parecido oportuno subrayar los siguientes.
Decadencia. Hay “éxitos que pueden resultar desastrosos; el final de la Guerra Fría se incluye precisamente entre esa categoría de acontecimientos engañosos (…) Podemos afirmar que la victoria estratégica de Occidente, que habría debido reforzar su supremacía, ha acelerado su decadencia”.
Arrogancia. En Occidente, la barbarie no consiste en intolerancia o en oscurantismo, sino en arrogancia e insensibilidad. El ejército estadounidense se mete de golpe en la antigua Mesopotamia lo mismo que un hipopótamo en un campo de tulipanes. En nombre la libertad, de la democracia, de la legítima defensa y de los derechos humanos, maltrata, destruye y mata. Cuando haya llegado a los setecientos mil muertos se retirará, disculpándose más o menos”. Y más adelante: “Los árabes se sienten desterrados en el mundo de hoy, extranjeros en todos los sitios, en sus propios países no mucho menos que en la diáspora. Se sienten vencidos, poco considerados, humillados”.
Legitimidad. Investigar sobre la legitimidad es “indispensable en cuanto surge la cuestión del poder”. La legitimidad es “lo que hace que los pueblos y los individuos acepten, sin excesiva coerción, la autoridad de una institución” encarnada en personas y “considerada portadora de valores compartidos”. Para que el mundo funcione de forma armoniosa debería haber “al frente de la mayoría de los pueblos dirigentes legítimos (…). No es esto, evidentemente, lo que sucede en nuestros días. Más bien es, incluso, casi lo contrario: muchos de nuestros contemporáneos viven en estados cuyos gobiernos (…) no cuentan con legitimidad alguna; y se hallan bajo la tutela de una potencia mundial a la que los pueblos no conceden tampoco legitimidad alguna”. Y hablando de USA: “los sufragios de los ciudadanos norteamericanos, que representan el 5% de la población mundial, son más determinantes para el porvenir de toda la humanidad que los del 95% restante, eso quiere decir que existe una disfunción en la gestión política de este planeta”.
Contrapoderes. “Todo poder precisa de un contrapoder para que los demás se protejan de sus excesos; y también para protegerse él mismo”.
Inmigración. “La actitud de los países de Occidente con sus inmigrantes no es un asunto más (…). Se trata de una cuestión crucial (…). Quien lleve, como llevo yo, viviendo treinta años en Europa y se haya ido fijando en la lenta degradación de la coexistencia en muchos países, que practican, no obstante, políticas muy diversas en materia de inmigración, puede sentir una fuerte tentación de tirar la toalla”. Todos los grupos de inmigrantes “tienen vínculos fuertes con dos universos a la vez” (su país de origen y su país de residencia). El papel que desempeñan (“y que podrían desempeñar cien veces más”) en sus sociedades de origen, como “vectores de modernización, de progreso social, de liberación intelectual, de desarrollo y de reconciliación”. Pero para que sintiesen “el deseo de convertirse en apóstoles de la experiencia europea tendrían que estar plenamente implicados en ella; no tendrían que estar expuestos a discriminaciones, a humillaciones, a paternalismos, a condescendencias”.
Cultivo. “Aceptar a los demás no es ni más ni menos natural que rechazarlos. Reconciliar, reunir, adoptar, ganarse a alguien, pacificar son gestos voluntarios, gestos civilizados, que exigen lucidez y perseverancia; gestos que se adquieren, que se enseñan, que se cultivan”.
Lenguas. “Lo que necesita un inmigrante es ante todo dignidad. Y, más concretamente, dignidad cultural, uno de cuyos elementos es la religión; y es legítimo que los creyentes quieran practicar sus cultos en paz. Pero el componente más insustituible de la identidad cultural es la lengua”. A veces las autoridades “muestran más desconfianza hacia el pluralismo lingüístico, que suele ser benigno, que hacia el comunitarismo religioso, que siempre ha sido en todas las sociedades plurales un factor de fanatismo, de tiranía y desintegración”.
Comunitarismo. “En el presente siglo vamos a tener que escoger entre dos visiones del porvenir. La primera es la de una humanidad dividida en tribus planetarias, que luchan entre sí, que se odian pero que, por efecto de la globalización, se nutren cada día más del mismo caldo cultural indiferenciado. La segunda es la de una humanidad consciente de su destino común y unida, por eso mismo, en torno a los mismos valores esenciales, pero que sigue desarrollando, más que nunca, las expresiones culturales más diversas y más pletóricas, que conserva todas sus lenguas, todas sus tradiciones artísticas, todas sus técnicas, su sensibilidad, su memoria y sus conocimientos”.
Invención. “No es preconizando un retorno ilusorio a conductas de antaño como podremos plantarle cara a los retos de la nueva era. Empezaremos a ser sensatos si caemos en la cuenta de que nuestra época no se puede comparar con otras, de lo específicas que son las relaciones tanto entre las personas cuanto entre las sociedades humanas, de cuán específicos son los medios que tenemos a nuestra disposición”.
(Foto del encabezamiento: Vista de El Cairo. An evening view from the Tower of Cairo towards south, Cairo, Egypt. Photo: Przemyslaw “Blueshade” Idzkiewicz. http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Cairo,_evening_view_from_the_Tower_of_Cairo,_Egypt,_Oct_2004.jpg