Naomi Klein les pilló. Primero publicó, en 1999, No logo, un alegato contra el consumo inducido por las grandes empresas transnacionales. Pero luego explicó la violencia con que actúa el “capitalismo del desastre”. Cómo se aprovechan los desastres naturales o se provocan otros desastres (por ejemplo, mediante guerras “preventivas”) para que, mientras la población está dispersa, desorientada, en estado de shock, poner en marcha políticas imposibles en circunstancias normales. Algo parecido a lo que se ha visto en nuestro país, cuando se ha aprovechado la conmoción de la crisis para implementar medidas inadmisibles en contextos menos convulsos. Su libro La doctrina del shock (publicado en España en 2007) es impecable. Convincente. Redondo.
En junio de 2008, la revista Barcelona Metrópolis publicó una entrevista de Óscar Reyes con la autora canadiense. Cuando le preguntaba por las posibilidades para la esperanza contestaba lo siguiente: “El sueño que surge una y otra vez es la idea del cooperativismo”. Porque “la idea de cooperativismo no ha fracasado. De hecho, nunca se ha probado. En Polonia, Solidaridad nunca tuvo la oportunidad de hacer realidad su auténtico programa económico antes de que esos sueños fuesen traicionados con terapia del shock (…). La creencia de que nuestras ideas están desacreditadas constituye la mayor debilidad de la izquierda. Es lo que nos hace dudar en los momentos clave”. Pero “lo que deseaba la inmensa mayoría de la población en Sudáfrica, Polonia, Rusia y China no fracasó, sino que fue aplastado”. Y continúa: “Saber cómo funciona el shock puede ayudar a blindarnos contra él. Cuando un prisionero sabe cómo funciona el shock como técnica de interrogatorio, puede resistir esos métodos. Y considero que esto mismo puede aplicarse a gran escala. Aquellas sociedades que han aprendido de sus traumas pasados (y muchas sociedades latinoamericanas entran en esta categoría) son más resistentes al shock y resulta más difícil explotarlas en momentos de trauma”.
Desde entonces puede seguirse la actividad de Klein en la cuenta de twitter @NaomiAKlein. Allí habla de revoluciones ciudadanas, luchas laborales, cambio climático, personas desplazadas, movimiento en Québec para salvar a Radio Canadá, contra las grandes petroleras, asesinatos de activistas “verdes”, la marihuana y la agricultura urbana, el fracking, huelgas, actividades de la CIA, “deje de llamar paz cuando quiere decir silencio”, los especuladores del agua, las plantas de desalinización, la financiación de los movimientos sociales, energías renovables, “los afectados por el capitalismo pueden ser poderosos agentes de cambio”. Y a veces encontramos algunas noticias que nos resultan especialmente cercanas. Por ejemplo, las “palabras de Eduardo Galeano”. O la que retuiteó el pasado 17 de abril, procedente de El País: “Justicia al fin para Víctor Jara. El acusado del asesinato del cantautor tendrá que responder”. Iba acompañado de una foto del autor chileno, con su guitarra y cantando junto a un grupo de niños. Está muy bien. De mayor quiero ser como Naomi Klein.