Se viene trabajando sobre 4 edificios singulares, de gran valor histórico y muy queridos en la ciudad. Todos del XIX (o casi: la Electra es de 1905). En grave riesgo, los cuatro. Dos son de propiedad municipal, otro de una empresa pública (Adif) y otro más de propiedad privada. Los cuatro, actualmente en desuso. Y los cuatro en el punto de mira de la población (los cuatro edificios son muy queridos), de los grupos políticos (lógicamente), de los medios, y de esa asociación tan curiosa conocida como Hispania Nostra.
Sobre la Azucarera Santa Victoria. Iniciada en 1899 con proyecto de “C. Escobedo” (no he conseguido saber qué nombre es esa “C”). En el cuerpo central se situaba la maquinaria. Contaba con una torre metálica para horno de cal, norias, marquesina y depósito cilíndrico. Es propiedad del Ayuntamiento desde 2005. El edificio se encuentra en un estado de evidente deterioro. Pero para su reutilización, en 2019 se contrataron por el Ayuntamiento trabajos cartográficos (levantamiento con láser escáner 3D). Y a finales del pasado año se decidió una intervención de conservación en la que se revisaron elementos sueltos o con peligro de desprendimiento, se repararon cerramientos, se dispusieron protecciones y se mejoró la seguridad, con un presupuesto de 30.000 euros.
Desde hace tiempo se ha intentado encontrar nuevos usos para este (enorme) edificio. No es fácil. En 2015-2016 se estudió la posibilidad de dedicarlo a instalaciones educativas. Después, tras varias tentativas más infructuosas, se llegaron a proponer proyectos semejantes a los de otras ciudades del Norte, como los de la Alhóndiga de Bilbao o la Tabakalera de San Sebastián. Pero hay que recordar que el primero costó 75 millones de euros y el segundo 56. Por eso pensamos que hay que ir a actuaciones más proporcionadas, en principio, para salvar el edificio. Y que si se consigue financiación para propuestas más moderadas, como las que reseñamos más abajo, podrán llevarse a cabo con más facilidad. Sin que se cierre ninguna posibilidad de actuación futura.
En la actualidad se está redactando un proyecto para poder ubicar en el conjunto edificado del orden de 40 “viviendas jóvenes” de carácter colaborativo, aunque reorganizando por completo el conjunto para albergar nuevos usos. Y aunque no forme parte del proyecto, debemos recordar que junto al edificio grande se encuentran las pequeñas edificaciones de las “viviendas de directivos”. En una está la Fundación Jorge Guillén, y para la otra se ha solicitado (hace ya algunos años) su uso para otra fundación. (Abajo, imágenes del inmueble, de uno de los proyectos, del estado de la estructura y una vista histórica).
Sobre la Electra. Antigua sede de la Electra Popular Vallisoletana, fue proyectada en 1905 por I. Rodríguez Zarracina (“I” es Isidro, esta vez lo sé). Se organizó en tres naves que albergaban los centros de transformación eléctrica (de una electricidad que provenía del salto de “El Porvenir de Zamora”). Y también estaban allí las dependencias administrativas. Una vez cerrada al uso, entre 2005 y 2013 se fueron proponiendo convenios urbanísticos para aumentar notablemente su edificabilidad y construir un hotel de 5 estrellas, y otros equipamientos privados.
Frustradas esas expectativas, el nuevo PGOU estableció de nuevo su carácter dotacional. Si bien, en agosto de 2018, se planteó la posibilidad de aumentar la edificabilidad para prever la posibilidad de construcción también de viviendas en esa parcela, al objeto de conseguir simultáneamente para el Ayuntamiento la parcela del Salvador (para el Campus de la Justicia). Y aunque la parcela del Salvador se ha obtenido mediante adquisición directa, la posibilidad de incrementar la edificabilidad en un proceso urbanístico semejante al que se planteó en aquella fecha (agosto 2018, como decíamos), sigue presente.
Está aún sin resolver la reutilización de la parcela. Es verdad que las visitas y preguntas sobre la parcela han sido numerosas. Pero sin resultado. Y, como decíamos antes, se trata de un edificio sobre el que están puestas todas las miradas. En noviembre de 2019 se organizaron (por el Colegio Oficial de Ingenieros Industriales y el Ayuntamiento) unas jornadas “en defensa del patrimonio industrial de Valladolid”, en las que uno de los elementos fundamentales era esta misma construcción. (Abajo: el edificio, en los primeros años del siglo XX; la sección general; acabjo a la derecha, la nave principal, en uso; y a la izquierda, infografía prevista en agosto del 18).
Sobre el Depósito de locomotoras. El Depósito de Máquinas de la Estación de Valladolid (también denominado Rotonda de Locomotoras) se construyó en 1863. Su diseñador fue el francés T. Luc Ricour (“T” es Teophille), ingeniero de Ponts et Chausseés. Es un edificio enormemente valioso. Pues supone un nuevo tipo, pionero en su género. Una construcción con unas posibilidades espaciales que no tienen comparación con ningún otro espacio de la arquitectura industrial de entonces.
Tras algunas propuestas de reutilización no muy realistas, en 2015 y 2016 el Ayuntamiento solicitó a Adif la cesión de este edificio, que se encontraba en un estado de conservación precario, para consolidarlo. Pero finalmente no fue posible por cuestiones de las servidumbres ferroviarias. En este año 2021, el pasado 10 de marzo se instó, desde Área de Planeamiento Urbanístico y Vivienda al Ministerio de Cultura y Deporte, su declaración como Bien de Interés Cultural, para poder optar a fondos del Ministerio que permitan esa consolidación deseada del edificio. Se fundamentó el documento de solicitud en los textos de Eduardo González Fraile, catedrático de Proyectos de la Escuela de Arquitectura de Valladolid y especialista en arquitectura ferroviaria.
En el PGOU está previsto para esta parcela el uso de equipamiento público. Y la Asociación Vallisoletana de Amigos del Ferrocarril (Asvafer) ha propuesto dedicarlo a museo ferroviario. Un uso plausible, pero que en estos momentos no cuenta con financiación. (En las imágenes posteriores se observa el estado actual del ala norte, y una vista del interior de hace algunos años, antes de que se eliminase la cubierta. A la izquierda, el proyecto original; y abajo, la planta del depósito y sus ampliaciones).
Sobre el Lope de Vega. Hay una breve descripción histórica en la Guía de Arquitectura de Valladolid (como de los otros tres inmuebles, lógicamente). Debe recordarse que este teatro es el más antiguo espacio escénico de la ciudad. Pues el edificio cuenta con más de 150 años de historia. Estuvo funcionando como teatro y luego también como cine, pero cerró en 2000. De 2007 a 2009 la entidad bancaria que era su propietaria presentó un proyecto para su rehabilitación integral. Pero finalmente nada se hizo.
Su estado de conservación es deficiente (aunque mejor de lo que podría esperarse). Y por ello se instó a la Junta su declaración como BIC (para su defensa, para poder contar con el apoyo de la administración autonómica), pero en escrito del 13 de marzo de 2017 la Dirección General de Patrimonio Cultural rechazó tal posibilidad. Finalmente (noviembre 2020) se pudo llegar a un acuerdo con Unicaja para permutar este edificio por una parcela residencial, pasando así a constituirse como un nuevo centro municipal. En los últimos meses se ha desarrollado una actuación en el teatro (el «desvestimiento de la estructura del inmueble”) para poder hacer un diagnóstico de su estado y redactar un proyecto de intervención y consolidación, actualmente en marcha.
¿Demasiados teatros públicos en Valladolid? Cabe recordar el caso de Bradford (293.000 habitantes, casi exactamente los mismos que Valladolid), donde hay cuatro teatros. El Alhambra (de 1914), actualmente propiedad del Moss Empire Group, que fue restaurado en 1986; el Studio, un pequeño teatro en el mismo complejo que el Alhambra. Ambos son dirigidos por el Bradford Council; el Theatre in the Mill, pequeño teatro situado en la Universidad de Bradford; y por último el Priestley. Si Bradford puede, Valladolid también.
(Abajo: un plano del análisis del estado de la edificación, la fachada original del teatro, el medallón de Lope y una vista actual del patio de butacas).
¿Cuál será el compromiso municipal sobre esos cuatro elementos? No puede ser uniforme. Para la Azucarera: tener redactado el proyecto global, y comenzada el ala de viviendas. Electra: encontrar un proyecto privado que dé uso y conserve al edificio. Depósito: conseguir la declaración como BIC, reclamar financiación y redactar el proyecto de consolidación (el uso, más adelante). Y Teatro: tener redactado el proyecto de consolidación e iniciadas las obras.
Hemos hablado de cuatro edificios civiles (“lo que no es militar ni eclesiástico o religioso”). Tres de ellos industriales, en un momento en que el Ayuntamiento se plantea una candidatura a la Unesco en torno al patrimonio industrial de la ciudad. Y otro más, un edificio de espectáculos. Que interesa especialmente defenderlos. En Castilla y León se cuenta (creo) con cerca de 1300 monumentos, de los que más del 90% son palacios, construcciones militares, iglesias y edificaciones religiosas. Decía Sebastián Neumeister (en “La ciudad como teatro de la memoria”) que “la verdadera ciudad tiene necesidad de historia; pues sólo gracias a la historia deviene ciudad”. Y que, pensamos, los edificios que aquí intentamos defender y reutilizar, deben ser una “ocasión para identificarse históricamente” cualquier ciudadano o ciudadana a través de ellos. De eso se trata.
(Imagen del encabezamiento: la Azucarera, procedente de El Día de Valladolid).
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