En estos días (del 27 de mayo al 30 de septiembre) puede visitarse una curiosa exposición en el Museo Maillol de París (habitualmente dedicado al arte clásico). “Uderzo, como una poción mágica». Sí, sobre Albert Uderzo, el dibujante de los cómics de Astérix, fallecido con 92 años en marzo de 2020. Una gran retrospectiva, comisariada por su hija Sylvie, con 250 originales cedidos por la familia y la Biblioteca Nacional de Francia.
Un dibujante que a los 13 años, cuando La Société Parisienne d’Édition le permitió formarse en todos los oficios relacionados con la ilustración, encontró su destino. Hijo de un artesano luthier y una señora de la limpieza, daltónico (una dificultad añadida) y con seis dedos en cada mano (una ventaja, según su hija, “una premonición de sus dotes para el dibujo”), pronto destacó como virtuoso. Al parecer, de muy niño su profesora se fijó en él y le ofreció una caja de lápices de colores.
Pero el destino también contribuyó, y le llevó a contactar en 1951 con René Goscinny (fallecido prematuramente en 1977), con quien imaginó las historias de galos que les llevaron a un éxito inmenso. Entre los dos “dotaron de imágenes al siglo” (Hubert Le Gall). Dibujando con soltura y una línea “superclara”, casi sin arrepentimientos (envidia), sacaron 32 historias y vendieron 380 millones de álbumes de Astérix en todo el mundo (más envidia).
Fueron capaces de construir un “mundo Astérix” enormemente singular. Tomando como excusa un episodio del 51 aC., el asedio de Uxellodunum (de Quercy, no de Bretaña), la pequeña ciudadela que resistió dos meses, muy poco antes de la caída de Alesia (que marcó el fin oficial de la resistencia gala), montaron la leyenda. Basada en dos personajes contrapuestos. Como ellos mismos: Goscinny & Uderzo. Astérix (el asterisco, la estrella) y Obélix (el obelisco, el gordo-no gordo). Eso es, como el Gordo y el Flaco, como Quijote y Sancho. Con Ideafix al lado (la idea fija, el defensor de los árboles hasta el desmayo).
Unas historias, un mundo, que admite múltiples lecturas. Puede seguirse, sin más (seguramente es lo mejor) como lo lee un niño (los dibujos y la aventura). También como una adolescente (divirtiéndose con los juegos de palabras). Pero también, finalmente, “como un yo” (Claire Delavallée). Siempre David contra Goliat, desde la primera página. Es curioso. Pues se trata de unas historias europeas (en Estados Unidos no es muy popular) que, se argumenta a veces, han triunfado por sentirse inspiradas en la resistencia francesa contra los alemanes, los «romanos modernos», las fuerzas de ocupación. Puede ser. El primer número salió en 1959. Pero creo que lo trasciende claramente. ¿Quién no lleva dentro una aldea gala contra el invasor?
(Imagen: “La evolución de Astérix”, panel de la exposición fotografiado por B. Guay, AFP, y publicado en La Vanguardia el 28 de mayo de 2021).