Un comentario de la maqueta de la plaza del Milenio
No es una jaima, pero podría parecerlo: el cierre liviano, la forma simple, la ocupación de un espacio antes abierto, imponiendo su presencia. Y sobre todo, el protagonismo que usurpa en toda la zona. Antes había coches y no queremos que haya coches; pero la solución no es hacer un carísimo aparcamiento de varias plantas que ni siquiera libera el espacio superior, sino que lo ocupa con… la jaima. Pero no queremos ahora llevar más lejos el comentario sobre la obra, sino que les pido que se fijen en las figuritas de la maqueta: ¿Se han dado cuenta de que son personas aisladas, de que no hay grupos?
No es un problema de la maqueta. En las tiendas especializadas donde se han comprado las figurillas de la maqueta venden también grupos de personas que podían haberse dispuesto en los alrededores de la cúpula. El problema está precisamente en esa expresión: “en los alrededores”. Porque al usurparse todo el protagonismo del espacio con la gran (enorme) construcción, parece que a los demás sólo nos queda asombrarnos ante tanta maravilla. ¡Y además cambia de colores! ¡Y en la noche es aún más asombrosa! En efecto: ha regresado el barroco. O la barraca. Pero algo de eso ha regresado.
Señalaba José Antonio Maravall, en su estudio sobre el barroco (La cultura del Barroco, Barcelona, Ariel, 1986), algunas técnicas utilizadas por los poderosos para ganarse el favor del público y mantener el estado de cosas. Es sorprendente comprobar cómo pueden aplicarse a muchas de las decisiones de nuestro barroco Ayuntamiento actual. Una primera técnica es la de la suspensión, el “efecto psicológico que provoca una retención de las fuerzas de la contemplación o de la admiración durante unos instantes”. Se trabaja para la admiración que te deja con la boca abierta. También interesa enfatizar la dificultad de la obra realizada, pues, se dice, “en lo dificultoso está lo hermoso”. El admirado receptor de la obra atiende más y queda más profundamente marcado como consecuencia de esa dificultad. La novedad es otro de los “recursos de acción psicológica” más utilizados. Pero, eso sí, “una novedad superficial”, que actúa como “un enérgico reconstituyente de los intereses tradicionales”. Y otras dos técnicas más, la invención y el artificio. Dos recursos que desembocan en la extravagancia y el juego afectado (el siglo XVII es la época de los artilugios mecánicos, de todo tipo de juguetes urbanos). Una serie de recursos que tienen por objeto mover los ánimos del espectador hacia la legitimación del poder entonces vigente.
¿Y qué encontramos aquí? Sorpresa, suspense (¿qué color nos sorprenderá ahora, cómo funcionará el invento de la sal?), dificultad, novedad, artificio (con su géiser y todo). Y extravagancia, sin duda. Los ciudadanos son considerados como espectadores, pendientes del color de la bola más que de sus propios juegos y actividades. Mientras que una escuela del urbanismo defiende, desde hace más de un siglo, que los centros de las plazas queden libres, vacíos, en otra escuela se prefiere ocuparlos con la estatua del rey, o con la jaima del alcalde. Son dos estilos opuestos. El único problema es que en este último se requieren personas solas.
(Imagen: Norte de Castilla).
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