Blog de Manuel Saravia

Peral en el Herreriano

Campaspero es campo áspero. Pero consistente. De las canteras de ese municipio procede la piedra de la mayoría de los monumentos de Valladolid (entre ellos: San Pablo, Catedral, Ayuntamiento, y muchísimos más). Es una piedra que construye la historia de la ciudad (aunque, curiosamente, el centro mismo, la plaza Mayor y Platerías, está hecho con granito de Cardeñosa). En el Mercado Medieval celebrado el pasado mes de mayo, precisamente en la Plaza de San Pablo, los canteros mostraban su oficio, tallando piezas en vivo. Y un poco más allá, en el Museo Patio Herreriano, se ha presentado ahora el trabajo de Alberto Peral sobre la piedra de Campaspero, el arte de la piedra.

Son unas cuantas intervenciones, contadas. Realizadas específicamente para este lugar. Una central, en la Capilla de Fuensaldaña, que construye un muro de pequeños sillares y aparejo a soga, en el que la ranura central recuerda (a mí, al menos, me lo recuerda) el paño de una fuente. Y otras intervenciones, todas verticales, y casi todas insertas en las paredes blancas, con molduras cilíndricas, medias cañas en su mayoría, delgados fustes como fragmentos de construcciones de hace siglos.

Se dice en el texto de presentación de la muestra que se trata de “un ejercicio especulativo en torno a la materia”, centrado en la piedra caliza de Campaspero, “modesta y de aspecto rudo”, pero que el artista consigue que adopte “un fulgor inesperado”. La piedra en profundidad. Mansa y obediente: porque la piedra «no entiende nada. Y obedece» (Rosario Castellanos). Suculenta: «Paladeable como espesa noche» (Neruda).

(Imagen: La exposición de Alberto Peral, “Dar la vuelta”, en la Sala 9 del Museo Patio Herreriano).


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