Quizá haya quien lo quiera considerar únicamente un título. Pero, de ser así, habría que reconocer el buen tino. Porque, en medio de la hipercomunicación y el “tsunami de información”; en medio del ruido en el que “nadie escucha”, ver un proyecto de audiencia y atención, dirigido a recibir lo que se quiera decir, lo que se desea, lo que duele, lo que se espera y desespera, parece algo nuevo. Porque refleja un respeto y consideración a quienes quieren hablar que es inhabitual. Al parecer, Yolanda Díaz iniciará pronto lo que ella misma ha denominado “proyecto de escucha”. Bienvenido sea.
Es verdad que recibir informaciones y comentarios en un proceso que en cierto modo habrá de ser inevitablemente “reglado” (reuniones preorganizadas, recorrido ordenado) no es, ni mucho menos, suficiente. Hay necesidades y desalientos que no se muestran en asambleas o concentraciones. Pero tampoco es (ni mucho menos) innecesario. La imagen de un cargo público (con el crédito de una buena gestión y claridad de criterio que avalan a Yolanda Díaz) recorriendo pueblos y ciudades está bien, sin duda. Acrecienta la confianza.
Aunque no es fácil, para quien gobierna u ocupa una posición de poder, descubrir la verdad que le pueda llegar. Hay que dejar espacio a las dudas, a los callejones sin salida, a que nada sobre. A saber conmoverse con la belleza, la pasión o la tristeza que pueda reflejarse en los encuentros y las entrevistas. En un proceso que tiene que tener una gran profundidad de campo. Y tiempo. Hasta ahora se está trabajando sin apresuramiento, con tranquilidad. Y eso está bien. Porque, es sabido, “todo lo que se apresura está condenado a desaparecer”.
(La expresión “nadie escucha” y la última cita entrecomillada son de Byung-Chul Han, quien dedica un capítulo de su último libro, No-cosas, a los “oyentes”. La foto de Yolanda Díaz procede de elindependiente.com).