Es cierto. No es una metáfora. En un estudio del Centro Superior de Investigaciones Científicas se asegura que últimamente los pájaros urbanos (no todos los pájaros, sólo los urbanos) “dedican más tiempo a cantar”. ¿Por qué?: “Para compensar el ruido”. No hay como ser pájaro, como ser verdecillo, más concretamente, para saber lo que hay que hacer en cada momento. Cantar para compensar el ruido creciente.
Pero veamos primero algo del informe y luego las consecuencias directas. Según se cuenta en el trabajo (hay resúmenes de la noticia en muchos periódicos y revistas), los verdecillos “pueden emplear hasta el 60% de su tiempo en cantar a niveles de 70 decibelios”. Lo dice Mario Díaz, investigador del CSIC y del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Pero hay más: los pájaros “cambian rápidamente su comportamiento según varía el nivel acústico entre los días laborables y los fines de semana”. Lo dicho: flexibles y listos.
¿Nos dice algo este curioso comportamiento de los pájaros urbanos? Cada uno podrá verlo de distinta forma; pero a mí me gustaría leerlo casi literalmente. Cuando el ruido crece, un de las estrategias de defensa puede ser cantar más fuerte. Cuando sube la tormenta, cantar más fuerte. Cuando arrecia el fragor de las batallas, cuando aumenta el estruendo, la confusión, los estallidos, cantar más y más fuerte. Que se lo pregunten, si no, a Maite, Nina, Marisol, Dori… o a Andrés, Luis, Miguel, Ángel… Cantar siempre más fuerte. En defensa propia.
(Imagen: Un verdecillo, fotografiado por Alan Manson y publicado en wikipedia.org)