(Hilo 25)
Desde los clásicos estudios sobre los “factores de localización industrial” hasta la actualidad se mantienen algunos elementos, pero también hay algunas novedades. Qué favorece la decisión de instalar industrias (u otras empresas) en un determinado lugar. Teniendo en cuenta, por supuesto, el componente casual. Pues en último término no es posible prever cuándo una empresa busca instalarse en un territorio.
Se reiteran, como decíamos, algunas pautas o condiciones de siempre. Por supuesto, que la ciudad cuente con población preparada, o que pueda atraer a ese tipo de trabajadores. También continúa vigente la necesidad de contar con suelo clasificado (es decir: que permita el asentamiento de la empresa que sea) a un precio atractivo. Que la normativa urbanística aplicable no resulte disuasoria (por plantear exigencias discutibles, o muy costosas, que pudieran dificultar la implantación).
También suele comentarse, desde hace décadas, la conveniencia de que se ofrezcan ventajas económicas (bonificaciones en tasas e impuestos). Sigo: que se cuente con espacios (los anteriormente llamados “polígonos”) modernizados y con suficientes dotaciones. Y, por supuesto, una buena accesibilidad (al polígono y a la parcela concreta), la proximidad a vías rodadas, aeropuertos y ferrocarriles (no diremos nada de los puertos), que den juego a la producción.
En las últimas décadas se ha hecho hincapié, además, en cuatro elementos territoriales. Uno, el mercado comarcal, tanto de suelo como de trabajo. Siendo conscientes de que los beneficios que pudieran llegar de una nueva implantación se difunden más allá del término municipal. De ahí que la competencia con los municipios próximos tiene poco sentido (salvo para las licencias de construcción e IAE: no merece la pena la guerra por esos conceptos). El segundo, que se suele poner el énfasis en que las ciudades presenten factores diferenciales que las hagan singulares (y se habla, incluso, de disponer “economías creativas”). El tercero, que la ciudad también demuestre relevancia y dinamismo, que cuente con un ambiente atractivo, agradable, propicio. Y un último elemento, un factor final que también se suele citar: el desarrollo económico y social de la zona, de la ciudad; el clima laboral y social existente.
También se quiere que la ciudad de que se trate trabaje en red, vinculada a planes de ámbito regional, estatal o europeos. Todos estos factores se deberían mirar al diseñar la política industrial o de atracción de empresas. Rechazando, sin paliativos, “el dogma de que la mejor política industrial es aquella que no existe”. Pues tal instancia, que ha dominado durante 30 o 40 años, es evidente que “ha sido un claro fracaso”.
Valladolid ha estado trabajando en los últimos años para considerar resueltamente, en su ordenación urbanística, los factores mencionados. Especialmente en el capítulo 3.4.c de la Memoria del nuevo PGOU que se titula, precisamente, “Sobre el suelo destinado a actividades económicas: diversidad e intensidad de los sectores productivos y de servicios en Valladolid”.
1º. La formación de los trabajadores y trabajadoras, “clave para la retención y atracción del talento”, no se descuida. Y es evidente que la ciudad tiene capacidad para acoger cualquier nueva implantación. 2º) En el PGOU se asegura que “los datos confirman la realidad de Valladolid como el principal centro industrial y de servicios de la Comunidad Autónoma”. Y se dispone suelo (en polígonos, sectores y áreas menores) para intensificar esa condición. Además de la ordenación de áreas en el PGOU se ha trabajado desde el Ayuntamiento en el parque de proveedores de Renault (múltiples reuniones con ADE, Hacienda de la Junta e Iberdrola en 2016-2017). Y nuevas propuestas logísticas en el enclave actual y en el nuevo, junto a los Talleres.
3º) El Ayuntamiento está vendiendo suelo industrial (y para otros usos dotacionales) a precios razonables, en función del mercado. Un último caso, conocido, para la instalación de Amazon. Aunque ha habido varios casos más. 4º) La normativa urbanística se ha flexibilizado notablemente. De hecho se ha posibilitado la implantación de nuevos usos compatibles en enclaves tradicionalmente industriales, que hasta hace poco tiempo no se permitía (una modificación de la normativa del PGOU vigente, en el pleno del 8 de junio de 2016, a la vista de la situación de Los Pinos).
5º) En casos justificados, se bonifican las cargas fiscales. 6º) En la mayoría de espacios industriales se ha mejorado la urbanización. Se ha actuado en todos los polígonos (San Cristóbal lo reconoció públicamente; también en Argales, en el sector 5 e Industrial Jalón -un enorme esfuerzo municipal-, y en otros enclaves de menor tamaño). 7º) Se han atendido numerosas demandas relacionadas con la accesibilidad a los enclaves productivos. (Numerosas industrias lo han planteado: semáforos, rotonda, carril bici, aparcamientos, estado de la urbanización, aparcamiento de camiones, etc.). 8º) En el ámbito comarcal se ha estudiado la posibilidad de acordar una política común. 9º) La ciudad también puja por su imagen propia, reconocida tanto en ámbitos nacionales como internacionales. 10º) El ambiente urbano, la convivencia, es bueno, es agradable, atractiva. 11º) La ciudad trabaja en red.
Y desde luego, se ha trabajado intensamente (en un trabajo vehemente, decidido, constante) para favorecer cualquier instalación (¿factor 12?). Se ha asesorado, acompañado, facilitado trámites, incluso desarrollado propuestas (en algunos casos) para conseguir cualquier instalación planteada. Se han visitado con frecuencia los emplazamientos. Se ha estudiado la normativa urbanística y los planos de ordenación, por ver si procedía su modificación. Se ha trabajado con empresas suministradoras. Se han promovido, en varios casos, licencias provisionales. De hecho, algunas implantaciones finalmente (por múltiples causas) no han sido posibles. Otras están en curso. Pero siempre el Ayuntamiento ha estado (y está) volcado en contribuir y facilitar tales nuevos asentamientos. Como también en evitar que se fuesen (cabe recordar el “caso Lauki”).
Y se dice también (¿el factor 13?) que para atraer empresas conviene que haya gente, difusión, personas relevantes o empresarios de prestigio que hablen bien de la ciudad. “Usa datos positivos para contar una historia convincente sobre tu ciudad”. O dicho de otra forma: que la ciudad tenga buena reputación. Y aquí podemos fijarnos en Toronto. Una ciudad con “una amabilidad (…) que también impulsa el resultado final”. “El centro tecnológico de Canadá intenta posicionarse como un antídoto contra los peores impulsos de la industria tecnológica de EE. UU. Sus valores, su amabilidad y su educación aspiran a convertirse en el nuevo estándar para liderar una próxima revolución tecnológica que ponga a las personas en el centro”. Un factor de localización cada vez más importante.
El compromiso para los próximos meses debe centrarse en esas ayudas a la instalación de empresas. No se puede cuantificar, pues no depende de la voluntad municipal. Pero sí podemos comprometernos a dar cuenta de las gestiones realizadas. (Hace algunas semanas se ha frustrado un proyecto que llevó tiempo y trabajo. Pero ahora están en marcha tres propuestas más, que se intenta consolidar).
(Imagen del encabezamiento: Toronto, procedente de indie88.com, y fotografías de Argales, San Cristóbal y Lessafre; Lauki, nuevo acceso en San Cristóbal y Amazon; y Renault. Fotos de Tajes, Villamil, Sastre, Abc y Renault Group).