Blog de Manuel Saravia

Esclavitud y fronteras

Cuando se eliminen las fronteras (llegará el día, nadie lo dude), veremos (o verán nuestros hijos, o nuestros nietos, o los nietos de nuestros nietos; pero se verá) los episodios de las pateras del Mediterráneo o el humillante e ignominioso muro de Trump (dos caras de idéntica infamia) con la misma vergüenza con que ahora leemos los siglos de la esclavitud que fue, no lo olvidemos, legal y justificada mayoritariamente. Hoy nos abochorna pensar que había gente (antepasados nuestros, tal vez) que se dedicaba al tráfico y la explotación de esclavos (posiblemente también antepasados nuestros). Pero durante siglos y siglos esta abominación se vio con normalidad. Y la esclavitud fue justificada por casi todos. Sin rubor.

¿Recordamos? La esclavitud es algo natural, qué le vamos a hacer. Hay gente que nace para ciudadano y gente para esclavo. Qué le vamos a hacer. ¿No hay blancos y negros? Pues eso. Por algo será. Además siempre ha habido esclavitud (por cierto: sigue habiéndola). También se decía que los esclavos no podían cuidar de sí mismos. Necesitaban a los señores. No sé. Como los países de los que se emigra: lo que pasa es que necesitan nuestra ayuda. “Sin la esclavitud, los ex-esclavos irán por ahí sin control, robando, violando, matando y causando el caos. Preservar el orden social justifica rechazar la abolición de la esclavitud” (¿Les suena? ¿No hay quien dice lo mismo de los inmigrantes?). “Tratar de abolir la esclavitud es una estúpida utopía e irrealizable en la práctica” (vaya). Se decía que era mucho mejor tener a los esclavos bien alimentados, vestidos, albergados y entretenidos, “diciéndoles que les espera una vida mejor en el más allá”. Genial.

Menos mal que hay artículos como el editorial de hoy de El País: “Una política que incluya medidas como la construcción de campos de acogida fuera de las fronteras de la Unión, o que derogue para los extranjeros derechos que Europa no se propuso conquistar para sí misma, sino para todos los hombres y mujeres a los que una el deseo de una vida más justa y más benévola, no se distinguirá del certificado de defunción de un proyecto que ha convocado los mejores esfuerzos de un continente durante más de medio siglo. Una Europa así no será sinónimo de libertad y de esperanza, sino de arbitrariedad y supremacía (…). Un náufrago es un náufrago, y un refugiado es un refugiado, lo mismo que un inmigrante es un inmigrante, y todos ellos seres humanos a los que Europa, para ser Europa, tiene que tratar con la dignidad y el respeto que dispensa a sus propios ciudadanos. Colocándolos bajo la etiqueta genérica de extranjeros, y haciendo del extranjero una categoría infamante, las venerables leyes del mar están siendo abrogadas y abrogada también la solidaridad que el asilo y el refugio establecen como exigencias de civilización”. ¡Bien por El País! Que concluye: “Quienes cruzan ilegalmente las fronteras para trabajar son conscientes de que lo que les espera es una moderna esclavitud. La última ignominia a la que el racismo y la xenofobia quieren arrastrar a Europa es proclamar con la punta de los labios el objetivo democrático de acabar con la esclavitud para, a continuación, desencadenar la implacable persecución de los esclavos”. Bien, bien, bien.

Hoy muchos, muchísimos, se afanan en defender las fronteras. No digo ya el pelele italiano que, al parecer, ha sido nombrado ministro de Interior (vaya tipo). No. Me refiero a gente normal. Quizá el mayor argumento (resumiendo) para mantener las fronteras sea, qué cosas hay que oír, el de que suprimirlas supone un “buenismo” ingenuo, perverso e insoportable. Oh, terrible anatema. El buenismo ataca de nuevo. Se acabaron los principios. Nada de buenismo. Pues ¿qué quieren que les diga? ¿No se repiten muchos de los argumentos a los que antaño se apelaba para defender la esclavitud? Si hubiese que elegir, prefiero mil veces ese ingenuo buenismo (¿ingenuo?) que la posición canalla o ni siquiera la tibia. Porque fíjense. Tengo más certeza de que se acabarán las fronteras, y que vendrán siglos y siglos de vergüenza por haberlas mantenido y justificado, que de mi propia muerte. Perdón por el tono tan enfadado. Buenas tardes.

(Imagen procedente de http://www.fnpi.org/es/%C3%A9tica-segura/mitos-sobre-los-refugiados-y-migrantes-que-persisten-en-los-medios. Fotografía: geralt en Pixabay | Usada bajo licencia Creative Commons)

 


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