La huelga que se anuncia para el próximo 29 de marzo se justifica por varios motivos. Algunos la argumentan como mecanismo para intentar frenar los cambios, otros como forma de lucha, en respuesta a los ataques a los trabajadores, otros más como acto inevitable de resistencia. Y algunos queremos plantearla, además, como signo de dignidad, como reivindicación de la política y la dignidad pública de la política.
El PP ganó las elecciones del pasado mes de noviembre con un programa electoral determinado. Por cierto, casi imposible de encontrar en su web (¿alguien sabe cómo llegar hasta el programa del PP en su página web oficial?; ¿no resulta llamativo que en poco más de tres meses sea complicadísimo acceder al contrato con la ciudadanía que representa el programa electoral, que no se pueda ya verificar su cumplimiento?). Pero una vez localizado (aquí, por ejemplo), comprobamos que la palabra despido no aparece en ninguna de las propuestas. En ningún sitio. Es el punto estrella de la reforma, y sin embargo ni se cita en el programa.
Concretamente, en la medida nº 1 del apartado destinado a “Empleo seguro y flexible para todos” se lee: “Pondremos en marcha una reforma integral del mercado de trabajo que dé respuesta al drama social sin precedentes que representa un país con cinco millones de parados. Esta reforma integral supondrá un cambio coherente y coordinado de la contratación, la negociación colectiva, el sistema de relaciones laborales, la formación orientada al empleo y la intermediación”. ¿Dónde está la modificación de las condiciones de despido? Porque tampoco se dice nada después, en los otros 11 puntos de este capítulo, donde sí se concretan muchos otros aspectos de esa pretendida reforma.
Y ¿qué se dijo en la campaña y la precampaña, al explicar el programa? Pues justamente, en este punto, lo contrario. Mariano Rajoy prometió reiteradamente que no abarataría el despido. Concretamente dijo: “El PP no pretende abaratar el despido, sino promover que el contrato indefinido sea la regla general” (12 de septiembre, en Tele 5). Luego querrán, o dirán querer, que la política no se degrade. Pero así es imposible. Diciendo una cosa y haciendo otra, sin mantener un mínimo de respeto a la palabra dada, a la palabra públicamente comprometida, no pueden pretender que la gente se implique activa y honradamente en la política.
Y de ahí una razón más para la huelga general. Lucha, reivindicación, resistencia. Pero también la huelga como forma de expresar nuestra repulsa por la perfidia pública, por esa forma de traición que es decir algo, comprometiendo personalmente la palabra, y hacer, a las pocas semanas, exactamente lo contrario. La huelga como forma de dignidad. Porque no podemos aceptar sin más la felonía creemos que deberíamos ir a la huelga del 29.
(Imagen: M. Rajoy en diciembre 2011. Autor: European People´s Party. Fuente: Wikipedia).