Una peculiaridad de los castellanos y leoneses es, como sabemos, que celebramos una derrota (por cierto, a los catalanes también les va esta marcha, y conmemoran la entrada de las tropas de Felipe V en Barcelona en 1714). El 23 de abril, día de la Comunidad, es el aniversario del desastre de Villalar, en cuyas inmediaciones las tropas del emperador Carlos I vencieron (y remataron) a las de la Junta Comunera en 1521. En las últimas décadas del siglo XX se tomó este episodio como símbolo de autonomía “regional” frente al poder central “estatal”. Pero no sólo: en la fiesta iba también la reivindicación de los derechos y las libertades que debían incorporarse en el nuevo estado y el nuevo estatuto regional. Llama la atención que se plantease el día de la Comunidad desde la perspectiva de la reclamación y del honor, de la altivez de quienes defendiendo lo que consideraban sus derechos habían sido derrotados por la fuerza militar.
Hoy huele nuevamente a derrota en Villalar. Derrota, por un lado, del mismo Estado de las Autonomías, atacado desde múltiples frentes, incluso por quienes lógicamente deberían defenderlo, como la Presidenta de Madrid, una de las comunidades más pobladas y significativas. Pero derrota también por otro lado, por el ataque incesante sobre nuestros derechos. Huele a derrota por un estado de derechos que ha costado muchísimo esfuerzo levantar y que ahora vemos cómo se pone en almoneda por completo; cómo todo parece ser susceptible de subasta, de eliminación, de renuncia. Nada parece seguro.
El Villalar de 1521 fue de pérdida; pero el que se empezó a conmemorar oficialmente en 1986, el Villalar del siglo XXI, se formó bajo un signo opuesto. La conmemoración tiraba de aquella derrota de entonces para estimular las reivindicaciones de hoy. Ahora es el momento de reforzar esta línea. En mi opinión habría que volver a plantearse el día de Villalar nuevamente a la defensiva. «Castilla entera se siente comunera», se decía hace décadas. Y hoy hay que volver a proclamarlo. No queda otro camino.
(Imagen: Vilallar en 2012. Fuente: elnortedecastilla.es).