En el jardín o en el parque, se quiere más a un árbol cuando está habitado por un nido. Porque está doblemente vivo. Y de una forma que solo los pájaros saben dar. Jules Michelet nos explicaba (en L’oiseau, 1858) cómo construyen su nido. Sin herramientas (no tienen “ni la mano de la ardilla ni el diente del castor”). Sin automatismo, pero a la vez sin ningún plano previo. Sin libro de instrucciones. Sin reflexión alguna. Podríamos decir que también sin intuición de hacia dónde van. Solo con el empuje de todo su cuerpo.
Al hacer la casa se construyen a sí mismos. “La casa es la persona misma. Su forma y su esfuerzo más inmediato. Yo diría que su padecimiento”. Porque la edifican únicamente “por la presión reiterada de su pecho”. Con una extraordinaria fuerza de voluntad, “con una pasión perseverante”. La herramienta es “su propio cuerpo, su pecho, con el que prensa y oprime los materiales hasta hacerlos absolutamente dóciles, los mezcla y sujeta a la obra general”. La casa toma forma desde el interior. Girando constantemente su cuerpo logra formar el círculo del nido. “La hembra, torno vivo, ahueca la casa. El macho trae de fuera materiales diversos, briznas sólidas. Y con todo ello se confecciona un fieltro haciendo presión constante”. A lo bruto. “Con trastorno evidente de la respiración, tal vez con palpitaciones. Todo es empuje interno”.
Hace unos pocos días hemos recibido en Valladolid la visita de una bandada de pájaros de colores. Y la verdad, no ha podido ser más oportuna. Procedía de Intras, donde se nos habla del esfuerzo por construir proyectos de vida al modo (así he creído entenderlo) de los pájaros. Basándose en “la proyección que cada persona construye sobre todas las dimensiones que forma parte de su desarrollo personal y social (…). Cada persona, con el apoyo de otras personas significativas para ella, formula sus metas, sus estrategias, medios y acciones para conseguir avances en lo que ha elegido y desea hacer en su vida”. ¿No están hablando del empuje del propio pecho?
“El fin último del proyecto de vida (siguen diciendo en Intras) es emancipar y dar poder a la persona, dar prioridad a sus deseos, valores y expectativas”. Los pájaros son símbolos de libertad. “El más independiente de los seres, de una vida sublime y aventurera”, nos explicaba Michelet. Quien (ya completamente entregado) creía que la mejor ciudad sería la que tomase como modelo la forma de vida de los pájaros. Y por mi parte, a estas alturas, y después de la emocionante visita de la bandada del pasado martes, no me veo capaz de contradecirle.
(La imagen procede de twitter.com/fintras. El libro de Michelet está disponible en Project Gutenberg).