El Inspector Gadget (un policía tan torpe como simpático) nos ilustró, paradójicamente, sobre lo inútil de los gadgets (artilugios), que tanto le gustaba usar. No le ayudaban a resolver ningún caso, pero no paraba de activarlos una y otra vez (“Adelante gadgetobrazos”). A cada paso se veían surgir los gadgetoprismáticos (salían del sombrero y se colocaban en los ojos), el gadgetosombrero (una mano que salía del sombrero, que contenía otra mano con otro sombrero, que a su vez contenía otra mano con otro sombrero…), el gadgetoparaguas (una mano con un paraguas que salía del sombrero), el gadgetogabardina (que se inflaba y flotaba en el aire y en el agua) o el gadgetomuelle (que salía… del sombrero y permitía rebotar al caer de cabeza al suelo. Para más gadgets: wikipedia).
En la Huerta del Rey se está acabando de instalar un gadgetopuente (un puente que sale del sombrero y tiene unos molinetes que giran con el viento, con paneles solares que miran al sur… ¡y al norte!, y luces que conforman un espacio inquietante) y una gadgetocarpa (una semiesfera de colores que sale del sombrero, respira y hace no se qué con la sal, etc., etc.). Lo dicho: ¡Adelante gadgetobrazos!, y ya tenemos otro artefacto superfluo para entretenernos. Como si viviésemos dentro dentro de unos maravillosos dibujos animados.
(Imagen procedente de elultimocazadordemonstruos.blogspot.com)