1. La actuación en determinadas áreas de la ciudad, donde se concentran los factores de vulnerabilidad, debe ser prioritaria. En ellas no cabe confiar solo en las inversiones de los residentes o en una actuación pública normalizada, sino que se deben redoblar esfuerzos. Son zonas en las que se combinan las desventajas, donde la esperanza de movilidad social ascendente y superación de la condición social de exclusión se considera difícil de alcanzar. Espacios en los que se tiene una percepción de inseguridad y miedo a la posibilidad de empeoramiento de sus actuales condiciones de vida. Son áreas constituidas por condiciones de desfavorecimiento social (desventajas para desarrollar proyectos vitales en contextos de seguridad y confianza), junto a una mala percepción del territorio donde se vive.
2. En Valladolid, después del análisis sociodemográfico correspondiente, se han definido 11 áreas (de muy distinto tamaño) en las que se concentra un porcentaje alto de población mayor de 75 años, donde reside un mayor que vive solo, alto porcentaje de población extranjera, bajo nivel de estudios, viviendas de reducido tamaño, cierta antigüedad y bajo valor catastral, y percepción negativa de la barriada. Situaciones de dependencia, problemas sanitarios, problemas de desempleo y precariedad, deterioro de las viviendas y escasez de rentas derivadas de pensiones de jubilación modestas. Problemas de convivencia en el entorno urbano y en el propio edificio. Un hábitat degradado, tanto si afecta a las viviendas como al entorno vecinal, que puede propiciar la aparición de sentimientos de vulnerabilidad.
3. Los proyectos de intervención en estas áreas han oscilado entre las propuestas de demolición completa y reconstrucción (que normalmente afecta únicamente a una parte de las viviendas anteriores, creando nuevas viviendas para la venta de nuevos residentes), lo que supone, directa o indirectamente, la expulsión de parte de la población. O actuaciones, en mi criterio más sensatas (y más justas) de regeneración de la zona, mediante el esfuerzo público, manteniendo a la población e intentando mejorar las pautas de comportamiento, con un plan social. El urbanismo no resuelve la convivencia ni la vulnerabilidad, pero puede contribuir a ellas, y al menos no incrementar la gravedad de los procesos negativos.
4. En décadas anteriores se plantearon dos formas de actuar. Una, en Las Viudas, que se limitó a dos portales en los que se eliminaron humedades. Otra, en el 29 de octubre (570 viviendas), donde se elaboró un plan de actuación que consistía en la expropiación total de las viviendas existentes (al precio de 20.000 euros), y la entrega de nuevas viviendas a quien pudiese hacerse cargo del pago de otros 20.000 euros, correspondientes a la plaza de garaje y trasteros. Se pretendía construir en la primera fase 80-85 viviendas, después de demoler 174. Y hacerlo, además, con una empresa que se financiase mediante el incremento de la edificabilidad (aunque ninguna empresa estaba dispuesta a hacerse cargo de esa propuesta). Estaba previsto, por tanto, levantar un 47% de las viviendas que se pretendía demoler, de manera que un porcentaje importante, en torno al 50% (que, por la razón que fuere no podía hacer frente a ese pago) quedaba expulsado.
5. El debate sobre este tipo de actuaciones viene, lógicamente, de lejos. La historia del urbanismo recoge ejemplos de la llamada “regeneración de áreas”, y lo que suponía. Pero también hay casos en los que se actúa de forma mucho más difícil, pero a la vez más social. Y ciertamente no hay que referirse solo a nuestras ciudades. El conocido ejemplo de la reestructuración de Baraka, en Dakar, es significativo.
6. Desde finales del 2015, en colaboración con la Asociación de Propietarios de la zona, tras numerosas asambleas, cartas y una consulta a los residentes se decidió, para el 29 de octubre, modificar el proyecto que estaba planteado. Y se propuso otro tipo de actuación, basado en la mejora de las condiciones sanitarias de los edificios (solución al saneamiento y las humedades, y mejora del comportamiento higrotérmico de los edificios), además de actuar sobre la urbanización y rehabilitar el antiguo colegio de la zona como centro social. No se actuaba en el interior de las viviendas, sino únicamente en la envolvente (humedades, frío y calor). Obviamente, con ese tipo de actuación no se pretendía revertir las causas de la vulnerabilidad. No se aspiraba a tanto. Pero al menos se facilitaba ese tipo de propuestas (y se puso en marcha un plan social que pretendía acompañar a la población en el proceso, informando y explicando las actuaciones).
7. Desde que se iniciaron las obras ha habido múltiples incidencias y problemas. Problemas jurídicos (impulsados por los grupos de la oposición política, que tensaron algunas actuaciones al límite). Problemas políticos, promoviendo el agravio comparativo con otras zonas de la ciudad (“Hacéis viviendas gratis a los que disparan al aire con armas ilegales”). Problemas administrativos (múltiples y graves, en algún caso). Dificultades, incluso, con parte de la población, que se oponía a que se accediese a su vivienda, aunque fuera para mejorar sus condiciones (instalar ventanas más aislantes). Dificultades con las empresas constructoras (el trabajo no es fácil). Discusiones con las empresas de telefonía (para que eliminen los cables de las fachadas). Problemas con espacios ocupados ilegalmente (azuzados a resolverlo pronto por algunos grupos políticos). Y redadas policiales (que a la vez se consideran inconvenientes, porque criminalizan la zona, y escasas, porque no se ataja el problema).
8. Pero está en marcha. La financiación, del Plan Estatal de Vivienda (gestionado a través de la Junta de Castilla y León), y por el propio Ayuntamiento. Se presentaron “manifestaciones de interés” al Ministerio (MITMA) sobre estas áreas, y se han mantenido reuniones para que se asumiese la posibilidad de actuar como se viene haciendo en Valladolid: un propósito que en los borradores de las nuevas leyes (estatal y autonómica) se contempla. Por último, se están preparando los documentos para solicitar ayudas procedentes del Fondo Europeo que se dirijan a la financiación de este tipo de operaciones, y concluir lo antes posible la mejora del 29 de octubre, e iniciar (cuanto antes) la de Las Viudas. (Por cierto, también prevista la financiación de esta última zona con el desarrollo del sector de Zambrana).
9. También se han llevado a cabo otro tipo de actuaciones. Tras una reunión e el verano de 2018 con la Vicerrectora de Alumnos de la Universidad de Valladolid se decidió ceder algunas viviendas que había adquirido el Ayuntamiento en la zona a la Universidad para que fuesen ocupadas por estudiantes, a precio reducido, comprometiéndose éstos a implicarse en las actividades de la barriada. Más adelante este tipo de actuaciones se amplió a los dos principales equipos de rugby de la ciudad (primero el Vrac, en septiembre de 2020; y luego el Salvador, desde febrero de 2021). Se trata con ello de “fomentar los comportamientos cívicos y solidarios de los ciudadanos, posibilitar a los jóvenes estudiantes la interacción y el reconocimiento de las personas a partir de la convivencia diaria, propiciar espacios de encuentro y de buena vecindad”.
10. Lo cierto es que en el momento actual del 29 de octubre nos hemos encontrado con un nuevo (e impensable) problema. La empresa que se llevó la adjudicación del lote de urbanización de la 2ª fase abandonó la obra. Exigió más fondos y lo judicializó. Las obras de los edificios no se podían hacer (tenían que conectar a las instalaciones de urbanización renovadas), con lo que todo se ha paralizado. Recientemente el Juzgado ha dado la razón al Ayuntamiento, pero el daño ya está hecho. Estamos estudiando la fórmula para retomarlas lo antes posible (evitando una nueva y larga tramitación de nueva adjudicación).
11. Es necesario reimpulsar los trabajos. Y comenzar lo antes posible en Las Viudas, y prever las actuaciones en las demás áreas vulnerables.
(Imagen del encabezamiento: Primera fase de la actuación en el 29 de octubre).