El pasado martes, 3 de marzo de 2020, se debatió en el Pleno municipal una moción presentada por el Grupo Municipal del Vox sobre el lenguaje inclusivo. A continuación se publica el texto que desde el Grupo de Valladolid Toma la Palabra se defendió.
Al parecer, la señora Monasterio no es arquitecta. Sino arquitecto. Bueno, probablemente. Sin embargo, la señora Monasterio, la voz madrileña de ‘la nueva derecha’ (como explicaban en TeleMadrid), no tiene reparos en confesar que no celebra el Día de la Mujer. Y que por eso (atención: por eso), cuando se refiere a su profesión, apuesta por utilizar la palabra arquitecto y no arquitecta. Vaya por dios. Fíjense que arquitecto es un sustantivo terminado en o. Con la marca o. La más fácil para asumir el género diferenciando sexo. Niño/niña; chico/chica. Pues ni aún así. También se aplica esa misma regla, desde siempre, en palabras con otras terminaciones (colegial/colegiala…. ¿alguien dice “las colegiales de La Enseñanza”? Nadie. Ni siquiera la señora Monasterio, estoy seguro. Eso sí: para decir concejala ya se ponen más estrechos). Pero como les decía ni siquiera en casos tan sencillos como arquitecto quieren decir arquitecta. Ese comportamiento recalcitrante y obcecado tiene un nombre: fundamentalismo. Pues el fundamentalismo, nos lo recordaba Castoriadis, consiste en presentar las normas, valores o significados “como si trascendiesen a la sociedad”. Trascendentes en lo absoluto, pero también “trascendentes en cualquier caso en relación con la actualidad efectiva de la sociedad viva”. Es decir: sin admitir ningún cambio o ajuste. Simplemente porque las cosas siempre han sido así.
¿Realmente es tan molesto que en ocasiones se diga “vosotros y vosotras”? ¿De verdad es por economía lingüística? ¿Por qué a alguna gente le incomoda tanto que se diga Unidas Podemos en lugar de Unidos Podemos? Si saben perfectamente (estoy seguro) que la palabra presidenta es del siglo XV, y que en el Mío Cid (nada menos que en Sidi, madre mía) ya se habla de burgueses y burguesas…. ¿a qué vienen tantos aspavientos por cualquier duplicación. Las duplicaciones o dobletes de género han estado en el idioma español «desde siempre».
Se ha dicho que una moderada duplicación sirve legítimamente hoy como símbolo de que se comparte la lucha por la igualdad. Y es verdad. Sirve para llamar la atención sobre las desigualdades entre hombres y mujeres. Y es verdad. Es muy complicado, e innecesario, obviamente, sostener las duplicaciones a lo largo de un discurso, “especialmente cuando entran concordancias”, dice Alex Grijelmo. Quien, lejos de todo fundamentalismo, pide también que no se ataque a quien, por costumbre o porque le resulte artificioso, no utilice duplicaciones. (No es pecado mortal, decía ayer mismo Teresa Alario).
En la moción de Vox se propone que, en base al Informe de la Real Academia (tal como lo interpretan), deberían modificarse los planes de igualdad. Pero hagamos dos consideraciones. La primera se refiere a la Real Academia, una institución que ha sido terriblemente misógina (basta recordar la negativa a la entrada como académica de María Moliner en 1972, por ser mujer), que reconoce ahora, sin embargo, la necesidad de cambios. Digamos que por la presión social. Y así se puede leer en el Informe que citan en la moción (Informe de la Real Academia Española sobre el lenguaje inclusivo y cuestiones conexas) “cómo desde hace algunos años la RAE está llevando a cabo la limpieza de las definiciones del Diccionario de las adherencias sexistas de discurso acumuladas a lo largo del tiempo”. Por ejemplo, la sustitución en algunas definiciones o entradas de la voz “hombre” por la voz “persona”. Y también se recuerda que esa Institución “se halla en un proceso de renovación, lenta pero irreversible, en el que la mujer asumirá cuantitativa y cualitativamente un papel más relevante”. Y es verdad. Hasta 1979 no entró ninguna mujer a ocupar alguno de los sillones. Pero ahora ya hay 7 (eso sí: de un total de 46).
Pero la segunda consideración es más importante. Porque Vox recuerda en su moción la relación de las que considera “principales normas municipales, autonómicas y nacionales de aplicación, respecto al uso del lenguaje”. Y mira por dónde, ignora un informe del Consejo General del Poder Judicial de 2009 sobre la aplicación del lenguaje no sexista previsto en la Ley Orgánica 3/2007. Pero qué más da: al parecer, para interpretar las leyes no hacen falta juristas, pues ya tenemos académicos. Y así, aparte de otras interesantes consideraciones que se hacen en ese Informe del CGPJ, se incluyen también estos párrafos del «Informe sobre el lenguaje no sexista en el Parlamento Europeo», aprobado por el Grupo de Alto Nivel sobre Igualdad de Género y Diversidad el 13 de febrero de 2008. Dice así: «La utilización de un lenguaje no sexista es algo más que un asunto de corrección política. El lenguaje influye poderosamente en las actitudes, el comportamiento y las percepciones. El Parlamento como institución respalda plenamente el principio de igualdad de género, y el lenguaje que utiliza debe reflejar este hecho». Y concluye el Consejo: «Es posible esforzarnos en dar pasos y buscar alternativas para avanzar en el uso del lenguaje que represente, cada vez más, la realidad igualitaria que todos estamos obligados a construir».
Evidentemente, la moción de Vox no va en esa dirección. Más bien al contrario, pretende, como que a las arquitectas se las denomine arquitectos. Pues muy bien: votaremos en contra. Mas, como quiera que en ella se pone la carga de la prueba en la Academia, pues sigamos con ella. Y digamos que, obviamente, entre los académicos de número hay de todo, sin duda. Por ejemplo, está la académica más joven, la filóloga Inés Fernández-Ordóñez, cuyas opiniones sobre la cuestión que nos ocupa son muy interesantes. “El uso de los dobletes lo que quiere es resemantizar el lenguaje de nuevo, creando una nueva denotación del masculino y del femenino. A mí me parece que es lícito y habrá que ver si prospera y, si es así, habrá que aceptarlo”.
Pero también están otros grandes académicos con una posición bien diferente. Como el Sr. Pérez Reverte, mucho más cercano, sin duda, a la moción de Vox. Pues fíjense lo que decía este escritor en una publicación semanal. Cuenta que estaba con un amigo en el hotel Palace, y en el vestíbulo vieron, según contaba, “a una torda espectacular”. Bonito, ¿eh? Una torda. Genial. Ahí está nuestro macho de toda la vida haciendo gala, no de sexismo de lengua (vade retro), sino de un impresentable “sexismo de discurso” (siguiendo la misma distinción que hace la RAE), que ensucia la institución mucho más que cualquier duplicación que tan nerviosos les pone.
(Imagen: Sede de la RAE. Autor: Madripedia – http://www.madripedia.es/wiki/Imagen:Academia_de_la_Lengua.jpg)
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