Hoy he leído algunos tuits de la portavoz de Ciudadanos, Pilar Vicente, que me han producido tristeza. Porque se va a despedir del Ayuntamiento culminando, sin corrección alguna, una trayectoria que ha mantenido todos estos años: el desprecio y el intento de ridiculización del trabajo de los demás. No solo el de los políticos de otras formaciones (algo que tampoco tiene por qué estar bien, yo creo). Sino también el de los técnicos municipales. Con absoluta displicencia y arrogancia. Pues ni siquiera en las últimas semanas parece capaz de valorar el esfuerzo ajeno.
Hoy ha cargado contra la pavimentación de la calle Jesús. Ha dicho: “Cuando por las prisas se acaban las baldosas y te toca improvisar (…). Nueva chapuza del equipo de gobierno”. Lo dijo sin preguntar nada. Directamente a la yugular. Pero, claro, pronto le contestaron. ¿Era porque algunos adoquines parecían oscuros y otros más claros? Le dijeron: será por la humedad. Pero, a la vista de que por ahí no podía seguir, dijo que no. Le inquietaba, al parecer, “la extraña geometría irregular, porque no se ha dado continuidad a la imagen original de la calle”. Y lo acompañaba con un par de fotos de la calle, una de antes de la obra y otra de hoy mismo.
Le contestaron desde la misma cofradía de Jesús Nazareno: “El triángulo que forma el nuevo pavimento de la calle de Jesús representa el límite de nuestra iglesia antes de que fuese recortada en el año 1885”. Caramba. Y es que la razón era muy sencilla. No había sido un capricho. En el escrito de la Comisión Territorial de Patrimonio Cultural del 31 de agosto de 2018 se reclamaba lo siguiente: “Reflejar en el pavimento la planta original de la iglesia de Jesús, como recuerdo y memoria de la misma, de la misma forma a como se ha actuado en otros puntos de la ciudad con otros hallazgos arqueológicos (Plaza de San Miguel, San Benito, calle Angustias)”.
Y la Comisión se quedaba corta. Pues hay bastantes ejemplos más en la ciudad de actuaciones de este tipo. Y por ello, en el proyecto de pavimentación se dispuso reflejar esa traza. Simplemente dibujando en el suelo los viejos muros con unas losas que se destacaban del pavimento general. Y poniendo otro pavimento más claro en el espacio que correspondería al interior de la vieja iglesia. Podrá parecer mejor o peor. Pero desde luego no es una chapuza. ¿Por qué no pensar que quien decide tiene criterio, y preferimos pensar que lo hace sin técnica ni cuidado?
La obra está sin terminar, es obvio. Pero por de pronto soltamos la crítica y le acompañamos de la palabra “chapuza”. Lo cual ha sido, como digo, una constante en el trabajo de la portavoz de Ciudadanos. Sin preguntar, sin pensar siquiera que por algo se habrá hecho, que seguramente haya razones que lo avalen, que lo están realizando técnicos municipales que mantienen la dignidad de su profesión o de su oficio. Sin pensar en nada, se lanza a extender la palabra “chapuza”. Y la verdad: lo que es, lo que ha sido una auténtica chapuza, día tras día, ha sido su labor de oposición. Despreciativa, destructiva, francamente penosa.
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