El tristísimo libro de Lucia Berlin (yo diría que más incluso que el de Svetlana Aleksiévich, vaya racha), titulado como uno de los relatos breves que incluye, Manual para mujeres de la limpieza (Alfaguara, 2016) lleva también una brevísima narración titulada Macadán. Qué cosa más bonita.
El macadán (o macadam) es un pavimento de carreteras (y calles) construido a base de piedra machacada y triturada de distintos tamaños que se compacta en varias operaciones (con el rodillo o con lo que sea). Dura mucho y las carretaras, calzadas o calles se embarran poco. Constituyó un avance fundamental, y lo inventó el escocés John Loudon McAdam (de ahí el nombre: no era difícil), Se ha usado muchísimo. El relatillo de Berlin (madre mía, qué vida más infeliz la de esta mujer) nos dice cosas como ésta: “Fresco parece caviar, suena como los cristales triturados, como si alguien masticara hielo”. Y nos cuenta lo mucho que le gustaba masticar hielo meciéndose con su abuela en el balancín del porche. ¿A quién no le gusta masticar hielo?
Desde ese mismo porche las dos mujeres veían cómo los presos pavimentaban su calle (Upson Street) con macadán. Eran esos mismos presos quienes lo compactaban en varias fases, provocando con su actividad el choque de sus cadenas y grilletes… y dejando de fondo un rumor ácido y metálico mientras trabajaban.
Cuenta Berlin que su abuela, su padre y ella misma pronunciaban a menudo esa palabra, porque les daba buen rollo. La palabra misma les gustaba. A su padre, porque aunque odiaba vivir allí (“en la miseria”), al menos tendrían ahora una calle de acceso sin polvo y barro. A su abuela, porque todo estaría más limpio de ese “polvo rojo de Texas que se colaba con la escoria negruzca de la fundición, formando dunas en el suelo encerado del pasillo, sobre la mesa de caoba”. Y a ella, la pequeña Lucia, porque… le gustaba “decir macadán en voz alta, a solas, porque sonaba como el nombre para un amigo”.
Qué cosa más bonita. Hace un tiempo (no mucho: creo que hace un par de años) se hizo una especie de concurso para encontrar la palabra del castellano más bonita. O la más querida. O la más atractiva… O la más algo. Y fue un verdadero lío. Porque algunos ponían palabras como “libertad”, “amor”, “madre” y cosas así. ¿Pero qué bobada es esa? Otros se empleaban en términos como “arrebol”, “tiquismiquis”, “susurro”, “nomeolvides” o “jitanjáfora” (es cierto: quien propuso esta última palabra debería ser detenido).
Todos como locos proponiendo palabras bellas por su contenido o por su música. Pero… ¿con qué palabra nombrar a un amigo? Gracias, Lucia.
(La foto de arriba es de Lucia Berlin, y procede de https://www.libreriacanaima.com/blog/2016/05/manual-para-mujeres-de-la-limpieza-de-lucia-berlin/).