Leemos en El País del 26 de septiembre de 1988 lo siguiente: “Ruiz Gallardón pedirá la supresión del Ministerio de Justicia”. Y resulta que va a tener razón. Caramba con el padre del hijo. Se informaba entonces de que Alberto Ruiz Gallardón (el padre también se llamaba Alberto), iba a pedir la desaparición del Ministerio de Justicia en una interpelación que defendería en el Senado, porque consideraba que «después de 10 años de Constitución, se ha demostrado que la convivencia entre el Consejo General del Poder Judicial y el Ministerio de Justicia se traduce en una merma de la independencia y posibilidades de actuación del Consejo”.
Este hombre era un genio. “Lo que tiene que hacer el Gobierno –decía- es completar la independencia del Consejo y facilitar que sea un órgano de gobierno pleno, con autonomía presupuestaria, como tiene el Parlamento». Impresionante. El dirigente aliancista (el Partido Popular se llamaba entonces Alianza Popular) proponía “que las competencias sobre instituciones penitenciarias pasasen al Ministerio del Interior y las relacionadas con asuntos religiosos fuesen asumidas por el Ministerio de Asuntos Exteriores”. Cielos (nunca mejor dicho). Un verdadero genio.
Alberto (hijo), ya sabes lo que tienes que hacer: vete a casa. Deja los bártulos a Gonzalo Moliner y descansa un poco, que te va a venir bien. (Por supuesto, estos bonitos recuerdos no tienen nada que ver con la reciente propuesta de Ruiz Gallardón –hijo- de cambiar radicalmente el Consejo del Poder Judicial. Se trata, tan sólo, de una anécdota más del destino).
(Imagen: Alberto Ruiz Gallardón -hijo-, a la derecha; y Gonzalo Moliner, a la izquierda; procedente de www.cuartopoder.es).