Se trata de gobernar para todos y todas. Porque Valladolid es muchos valladolides. El centro y los barrios. El norte y el sur. Pero también distintas generaciones y distintos tiempos. Diferentes grupos sociales, distintas clases. Niños que no salen casi de su barrio y gente que no deja de viajar. Los que viven fuera y trabajan aquí. Los que viven aquí y trabajan fuera. Gente que lleva a la ciudad en su corazón y gente que vibra con los triunfos de sus equipos deportivos.
La ciudad de los ancianos no es la misma que la de los jóvenes. Ni la de éstos se reduce a la de sus padres. Y qué decir de la ciudad de los niños. Los requerimientos al espacio urbano de esas distintas temporalidades también son diferentes. Pues en las ciudades aún conviven, en mayor o menor grado, los tres espacios descritos por Virilio: el agrícola, vinculado a la velocidad de cada persona (o a la velocidad del caballo de labor); el espacio-tiempo, que deriva de las condiciones que introduce el sistema ferroviario y, después, el automóvil o el avión; y el espacio-velocidad, el mundo de la telemática o de la televisión, donde los mensajes circulan a la velocidad de la luz, determinando las condiciones de una comunicación instantánea.
Los elementos críticos serán las interfaces, esos espacios de “bruma plateada y brillante” donde se establecen los contactos y las transiciones. Cámaras de doble puerta, esclusas de aire donde los astronautas (¿quién no lo es un poco?) se preparan para entrar en la cápsula o salir al espacio. A uno y otro lado, realidades diferentes. Mientras unos duermen, los otros trabajan. Algunos vecinos están en la ciudad de vacaciones disfrutando de su periodo de descanso, pero otros son los trabajadores que la mantienen en marcha. Unos ciudadanos buscan la tranquilidad en el parque y otros hacen bullir los motores sobre la autovía. Los hay que pasan mirando a los que permanecen, y quienes quedándose siguen con la vista a los que se alejan. ¿Quiénes son actores y quién espectador?
¿Qué signo puede dar cuenta de una forma de conducir la ciudad que desde el primer momento sea consciente de esa multiplicidad de situaciones, deseos y requerimientos diferentes? Confío en que lo sea esa fórmula de buen gobierno llamada Valladolid Toma la Palabra. Desde luego, con esa intención abierta y despejada ha sido creada. Con ese cuidado de intentar ver y atender a tantos valladolides como existen y nos reclaman.