Los cauces profesionales y políticos se cruzan. Chomsky ha sido conocido durante décadas por sus trabajos lingüísticos hasta que se convirtió en una figura política. Y Goethe (vaya salto en el tiempo) quería pasar a la posteridad como científico, por su teoría del color (un estudio científico, pero también literario). Pëtr A. Kropotkin, por su parte, también quería dejar huella como geógrafo y científico naturalista. El que fuera uno de los principales teóricos del anarquismo exploró Manchuria y realizó contribuciones científicas de valor. Pero su producción más interesante se refiere a “La conquista del pan”, al estudio sobre “Campos, fábricas y talleres”; y sobre todo su vibrante trabajo sobre “La ayuda mutua”. Un libro que trata de la cooperación intraespecífica y el altruismo en las sociedades animales, que también caracteriza a los grupos humanos. Su objetivo es mostrar el papel de la ayuda mutua en la evolución de las especies y de las sociedades humanas, al menos tan significativo como la lucha y competición.
Veamos algunos ejemplos de ayuda mutua en el mundo animal, entre cientos (y no exagero: se cuentan en el libro cientos de casos). 1) “Estaría cometiendo una injusticia con los muy calumniados gorriones comunes si no menciono con cuánta lealtad comparte cada uno de ellos cualquier comida que descubra con todos los miembros de la sociedad a la que pertenece”. 2) “Hasta en los animales ubicados en una escala de organización un tanto más baja podemos hallar ejemplos parecidos. Algunos cangrejos terrestres de las Indias Occidentales y Norteamérica se asocian en grandes multitudes a fin de viajar hasta el mar y depositar en él sus huevos; y cada una de esas migraciones implica concierto, cooperación y apoyo mutuo”. 3) “Debería decir también al menos unas pocas palabras acerca de las ‘familias compuestas’ de los elefantes, su mutuo apego, la manera como deliberadamente apostan centinelas, y los sentimientos de compañerismo desarrollados por esa vida de estrecho apoyo mutuo”. 4) “En la gran contienda por la vida —por la mayor plenitud e intensidad de vida con el mínimo gasto de energía posible— la selección natural busca siempre las vías de evitar en lo posible, precisamente, la competencia. Las hormigas se asocian en nidos y naciones; acopian provisiones, crían su ganado, y evitan así la competencia; y la selección natural elije de la familia de las hormigas las especies que mejor saben cómo evitar competir, con sus consecuencias ineludiblemente perniciosas”.
Hay quien defiende que el principio fundamental de la vida social es el propio interés de cada miembro de la sociedad. Otros atribuyen a la naturaleza humana una “benevolencia general y universal, un carácter altruista”. Desde luego, las propuestas en defensa de la conducta altruista tienen en este libro de Kropotkin (editado en Londres, en 1902) un precedente extraordinariamente incisivo.