El libro de Remo Bodei Una geometría de las pasiones ofrece un curioso uso de la geometría. “¿Por qué no concebir las pasiones –dice-, al igual que la música, que une la más rigurosa precisión matemática con la más poderosa carga emotiva, como formas de comunicación (…) que crean y transmiten mensajes vectorialmente orientados, modulados, articulados y graduables en su dirección e intensidad?” O lo que es lo mismo, habría una matemática que permitiría entender de algún modo la “colocación” de las distintas pasiones, junto a la razón, en el espacio conjunto de la consciencia.
No sé. El caso es que, al conocer el libro de Elisa Abad y otros, titulado Santander, mirar y ver… matemáticas, arquitectura e historia pensamos que podría organizarse algo parecido a una “Bolsa de geometría del paisaje de Valladolid”, para impulsar desde una óptica muy peculiar (la de las matemáticas y la geometría) un mayor aprecio por el paisaje urbano, e ir constituyendo un fondo municipal de “curiosidades matemáticas” relacionadas con la ciudad. La idea sería ir recogiendo, ordenando y exponiendo las “curiosidades geométricas” de todo tipo que pudieran observarse en la ciudad. El libro de Santander, que fue realizado por un grupo de profesores, profesoras, alumnos y alumnas de Secundaria, trata precisamente de eso mismo. Y aquí se podría impulsar otro libro parecido.
Para hacernos una idea de los aspectos a que nos referimos valdrían fichas con la imagen de una puerta en que se cumple la “divina proporción”, un breve informe sobre el debate geométrico de la Plaza Mayor o las correspondencias geométricas en la traza de algunos de los principales edificios de arquitectura clasicista de Valladolid; un esquema con la geometría de los arcos de un puente, los motivos geométricos repetidos en la reja de un balcón, el juego de centros del hemiciclo regional, la espiral de algunos capiteles, la orientación de algún reloj de sol, el cálculo de sombras de una plazuela, las bóvedas de San Pablo, la estructura de la Cúpula del Milenio, la caída de las aguas en la pavimentación de un espacio abierto, los ochavos de Valladolid (desde la torre de la catedral a la plaza del mismo nombre), los artesonados de la Diputación, la perspectiva de Platerías, las cerchas de las naves ferroviarias y muchísimos elementos más.
Elementos de historia, arquitectura y urbanismo que, atrapados en su geometría, transmitirían esa idea de civilización fundada en líneas, círculos y correspondencias espaciales que nos acompaña desde hace milenios. Trayendo también esa música del paisaje que nos recuerda (un poco forzado, es cierto) a los propósitos enunciados en la cita inicial de Bodei.
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