Blog de Manuel Saravia

Derechos

Si me permiten (que yo creo que sí), voy a practicar de nuevo la etimología-ficción. Y según ella “derecho” vendría de “ir derecho”. Recto, que se dirige hacia un punto sin desviarse, que no se inclina a los lados ni se quiebra ni hace curvas ni ángulos. Que no da rodeos. Le Corbusier escribió un artículo titulado “El camino de los asnos. El camino de los hombres”, donde se explayaba en esta concepción. “El hombre –decía- camina derecho porque tiene un objetivo; sabe a dónde va, ha decidido ir a determinado sitio y camina derecho. El asno zigzaguea, pierde el tiempo un poco, sesera esmirriada y distraída; zigzaguea para evitar los cascotes, para esquivar la pendiente, para buscar la sombra; se preocupa lo menos posible”. Está claro, ¿no?

Pero sigamos algo más con el esplendoroso arranque de ese artículo: “Hay que pensar por anticipado en el resultado. El burro no piensa en nada, en nada más que en dar vueltas”. En mi modesta opinión, creo que el autor subestima a los burros y concede demasiado crédito “al hombre” (es decir: a la persona, a la mujer y al hombre). El texto, después de ese comienzo solar, desciende hacia unos planteamientos urbanísticos simplistas que no nos interesa discutir ahora. Pero permítannos mantener esa idea de la línea recta y apliquémosla… al derecho. Al conjunto de principios y normas que rigen las relaciones humanas. A la facultad de toda persona de exigir lo que las leyes establecen. Al cumplimiento de los derechos humanos.

Porque, efectivamente, a los derechos hay que ir derecho. Porque no valen rodeos. No sirven medias tintas. Ni zigzaguear para evitar cascotes o buscar la sombra. A cumplir el derecho a la vivienda hay que ir directamente. De frente. En línea recta. A satisfacer el derecho al trabajo, sin una sola excusa ni una sola curva. Al derecho a la salud, a la educación, a la atención a la dependencia, a la cultura. A todos los derechos. No a dar rodeos tan pronunciados como los de “crear las condiciones favorables para el ejercicio del derecho”. Ni quiebros tan asnales (dicho sea con todos los respetos) como las excusas argüidas para mantener la situación de indefensión frente a los desalojos. O el zafio zigzagueo de argumentar la necesidad de crecimiento económico antes de atender a los derechos.

De manera que por una vez, y sin que sirva de precedente, le daremos la razón a Le Corbusier. Hay que ir derecho hacia las cosas que verdaderamente interesan. Hacia los derechos. Porque ya lo sabemos: los rodeos son cosa de burros (dicho sea con todos los respetos).


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