A partir de hoy iré publicando aquí, en este blog, los artículos redactados para El Día de Valladolid (en la sección «La voz del portavoz»). Han ido saliendo a la luz en la columna derecha de la última página de ese periódico cada tres jueves, desde el 29 de marzo de 2012 hasta hoy. Cuando nos pidieron a los portavoces de los distintos grupos municipales una colaboración periódica consideramos en IU que estaría bien intentar presentar algunos temas de la política municipal a partir de relatos breves de situaciones personales.

E ir así dibujando un fresco (o construyendo un paisaje) con hechos, actitudes, dolores o esperanzas de algunas de las personas que viven hoy en la ciudad. Entendiendo ese “vivir en la ciudad” en un sentido amplio, ya que incluso se ha considerado, en ocasiones, como parte de nuestra sociedad también algunas personas que, aun no siendo estrictamente vallisoletanas, forman parte de los debates, de las expectativas, de los sentimientos ciudadanos.

Y encabezando cada artículo con un nombre. Nombres muchas veces reales, pero en otras modificados a propósito, precisamente para evitar su identificación, cuando por distintas razones no fuese conveniente. Pero aunque se sustituya Irene por Inés (es un decir), hemos querido mantener los encabezamientos con nombres de personas, aunque en ocasiones fuesen supuestos. Porque los nombres tienen un poder extraordinario. Lo dice Martín Garzo en El libro de los encargos: “Esa fuerza que siempre han guardado los nombres en los cuentos”, que no es otra que “la fuerza de dar realidad”.

En nuestro caso se trata de hacer real lo que es real. Porque dices, por ejemplo, “Irene”, y con el nombre te llega toda una vida.