Blog de Manuel Saravia

Finlandia nos deja helados

Vaya día

Veamos El País de hoy. Cinco noticias en la primera página: Telefónica, Italia, Finlandia, Cataluña y Fukushima. Tremendo todo. La noticia de Telefónica (“Trabajo endurecerá la prejubilación en grandes firmas con beneficios”) alude a la indecente propuesta de la compañía de destinar 450 millones de euros en incentivos para directivos, mientras despide al 20% de la plantilla. La noticia de la frontera italiana (“La ola de inmigrantes abre una crisis en la UE”) se refiere a la indecente actuación de Francia, cerrando el paso fronterizo con Italia para impedir el paso de trenes con tunecinos huidos. La noticia de Finlandia (“La ultraderecha da un paso de gigante en las elecciones finlandesas”) señala el enorme ascenso de la ultraderecha xenófoba en uno de los países con menor índice de inmigración de Europa. La noticia de Cataluña (“Mas rebajará el IRPF a las rentas altas tras recortar el sector público”) informa de la indecente propuesta de su consejero de Economía, Mas-Colell (menudo estreno, muchacho), que empareja la reducción de los impuestos a los ricos con los recortes en sanidad y educación. La noticia de Fukushima (“Japón tardará meses en tener controlada Fukushima”) pone al día, corregido y aumentado, el debate sobre la seguridad de las nucleares, que ha pasado de la indecente minimización de las consecuencias por las autoridades públicas de todo el planeta (“todo está controlado”, dijeron inmediatamente) a decir que “es una crisis multidimensional con un alcance sin precedentes”, como ha reconocido ayer Hillary Clinton.

Sí: la palabra indecente ha salido en las cinco noticias de portada. Menudo panorama. Ha sido adrede, lo reconozco. Pero vayamos con el notición finlandés. El partido Perussuomalaiset (Auténticos Finlandeses) ha obtenido unos extraordinarios resultados en las elecciones legislativas de ayer. Un partido (agárrense) que exalta la “dignidad de las tradiciones del bosque”. Claro, en el bosque hay muchas cosas. Trolls, por ejemplo. ¿Se trata de eso? Veamos qué nos dice de este partido Antti Alaja (a quien seguimos en esta entrada). Resumiremos en cuatro puntos las razones de su éxito reciente.

La primera: se apoyan en el desprestigio general de la política. Los dos partidos que gobiernan en coalición (Partido del Centro y Partido de Coalición Nacional) han estado involucrados en escándalos de financiación. Y aunque no ha sido así con el socialdemócrata (en la oposición), la gente lo considera parte del mismo sistema. Los “auténticos” se aprovechan de esa desconfianza general.

La segunda: el populismo. El estilo «directo y campechano» del líder (Timo Soini, quien, por cierto, parece bastante más moderado que muchos de los miembros de su partido) se impone a la escasa precisión de sus propuestas. Los socialdemócratas, por ejemplo, suelen presentarse a las elecciones detallando el presupuesto de sus planteamientos. Pero en estos momentos esa precisión no se ha valorado demasiado. De hecho, mucha gente sólo conoce de “los auténticos” sus posturas sobre inmigranción y UE, y a grandes rasgos.

La tercera: se apoyan en una creciente inseguridad hacia el futuro de amplias capas de la población. Inseguridad económica y social. El paro ha crecido y los rescates de Grecia y Portugal se ven no con malos ojos, sino con pésimos ojos. Lo cual, si se une a las esencias patrias, nos lleva a un cóctel explosivo. La tesis de grado del citado Soini fue sobre el populista Partido Rural Finlandés (de los años 70), y con él lo rural, las esencias del bosque, han vuelto al primer plano. Sobre todo en determinadas capas, como decíamos. Hay quienes al oir hablar de multiculturalidad recuerdan su “Erasmus” en Madrid o Praga (como dice Alaja), pero mucha otra gente lo asocia a las tensiones del vecindario con los inmigrantes. También ha habido polémicas recientes (en 2010) con los homosexuales, y finalmente todo se mezcla. No es justo, dicen, que en Finlandia se pague por los errores de Wall Street o por la mala gestión económica de Lisboa o Madrid. Y en ese caldo de cultivo, las propuestas nacionalistas calan pronto.

La cuarta: se apoyan en los núcleos menores de población. Su potencia electoral es mayor, al parecer, en las pequeñas ciudades que en Helsinki, por ejemplo. En esta última ciudad no es tan difícil cambiar de trabajo. Pero en las pequeñas, donde el impacto del cierre de una fábrica es gravísimo, la sensación de inseguridad aumenta. En ese panorama, y con el fondo de un importante aumento de la desigualdad desde 1990 y la incapacidad de los socialdemócratas de presentar alternativas a los actuales miedos e inseguridades, da la impresión de que “los auténticos” lo han tenido fácil.

(Imagen procedente de rtve.es)


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