A poco más de dos meses para las elecciones, sé que no es el momento para hablar de este tema. Pero creo que de alguna forma debería premiarse, no ya la discreción (no se trata de eso), pero sí el equilibrio entre presencia y ausencia de los distintos políticos en los medios. No ignoro tampoco que algunos no están (o no estamos) más o menos presentes no por propia decisión, sino por la de los propios periódicos, agencias o emisoras, que ya se encargan de seleccionar entre los comunicados y noticias que les llegan. Igualmente soy consciente de que una parte fundamental de la vida pública depende del conocimiento que “el público” tenga de las personas que les piden el voto o que, si se lo han dado, les representan. Y aumentar el conocimiento exige incrementar la presencia en los medios. Vale, sí a todo. Pero…
Pero no me negarán ustedes, amables lectores, que hay algunos políticos que exageran (o exageramos, ay) la nota, incluso en vísperas de elecciones. Que intentan estar más presentes en nuestras vidas que nuestros propios padres, hijos o hermanos. Más incluso que los novios o los amigos. ¿A quién quieres más: a mamá, a papá o al candidato? Como sabemos, la sensación de hartazgo no parece demasiado buena para pensar con calma, y no estaría mal que empezásemos a valorar, como parte del propio mensaje que se quiere difundir, el hecho de ser capaces de equilibrar la presencia y la ausencia en los medios. Premiar, en consecuencia, a quien está cuando tiene que estar, pero que también sabe retirarse discretamente cuando sobra. No es fácil ni lo uno ni lo otro. Pero tener que oír todos los días las opiniones de este a aquel personaje sobre las cosas más nimias que pasan en la ciudad, si esto o aquello le parece bien, mal o regular, si tal o cual medida del gobierno le convence más o menos, o si espera que ganemos la liga o la copa o la consolación… ya te vale, pesado (y si soy yo, pues también me lo digo: ya me vale, pelmazo).
(Imagen: tertulia política de El Faro Balear. Precisamente traigo esta imagen para ilustrar el post, suficientemente alejada de nuestro entorno y donde no conozco a ninguno de los contertulios a los que, por supuesto, no alude el texto).