Entre los distintos temas que tienen que ver con la organización del Consistorio, un grupo se refiere al modo de funcionar la dirección política. Hay varios grupos más: sobre la estructura administrativa, los organismos autónomos, la forma de articular la sociedad civil, sobre participación, coordinación, información, comunicación: muchos, que iremos tratando poco a poco. Pero empecemos considerando los que se refieren a la organización política. En este caso habrá que analizar la estructura de concejalías, áreas y delegaciones, los órganos de dirección, la figura del alcalde. Pero también los temas de liderazgo, incompatibilidades o corrupción; la forma de tomar las decisiones, la rendición de cuentas. Por supuesto, también el papel asignado a la oposición política. Y por último, según creo, habría que tratar de las formalidades del protocolo y distinciones. Mucho trabajo, que iremos exponiendo paulatinamente.
Empecemos por algo sencillo: la distribución de concejalías. Desde luego, la distribución actual del Ayuntamiento de Valladolid (Decreto de Alcaldía nº 6.517, de 16 de junio de 2007) es muy extraña. Primero está la de Presidencia (“Delegación General de Presidencia”: menudo titulazo). Luego hay dos concejalías “especiales” (Deportes y Participación) y seis “generales”. Cada una de las generales lleva dos o tres asuntos (en la de Educación se incluye también Deportes y Participación, de manera que estas dos concejalías “especiales” son una especie de subconcejalías). Pero el reparto es extrañísimo. Planificación, infraestructuras y movilidad va por un lado, pero urbanismo y vivienda por otro. ¿Significa que en planificación se incluyen, además de los planes urbanísticos, los planes de otras concejalías, como los de juventud, violencia de género, cultura o bienestar social, o simplemente es que urbanismo no tiene casi competencias? Luego tenemos juntos la cultura, el comercio y el turismo: ¿Significa que el grueso de la cultura tiene que ver con el turismo, por ejemplo? ¿Por qué no se ha relacionado cultura con educación? Es todo muy raro.
Y más si ves cómo están compuestas las comisiones del Pleno. Pues hay una de Gobierno, otras tres que mezclan cosas de una y otra concejalía (una es de infraestructuras y urbanismo, pero no de planificación o movilidad, por ejemplo; otra de educación, cultura, familia y bienestar social, pero no de deportes, o de empleo… vaya lío), y además hay cuatro comisiones “especiales”: una de cuentas, otra de sugerencias, otra de control de la contratación y otra más de “promoción de la igualdad”. ¿No podían estar estos asuntos en su sitio? Demasiada propaganda sobrevuela esta distribución de las cosas del gobierno municipal.
De hecho, si lees de seguido los títulos de las concejalías y las comisiones te quedas con una duda: o quien lo ha diseñado no sabe lo que tiene entre manos, o lo sabe demasiado bien y ha hecho un cóctel confuso para que nadie tenga un campo suficientemente bien definido. O (y esta es mi tesis) las dos cosas a la vez: quien lo haya organizado tiene un buen lío en la cabeza, y además pretende que por debajo del alcalde haya una madeja complicada donde ninguno sepa muy bien a qué atenerse, para evitar que haya competencias demasiado claras que permitan despuntar (como sucedió en las primeras legislaturas del PP) a alguno de los concejales. En cualquier caso, no parece que sea una estructura de organización pensada para el mejor funcionamiento de una dirección política colegiada.
(Imagen: Jesús Enríquez habla en el Pleno del Ayuntamiento de Valladolid del 7 de abril de 2010. Foto de Henar Sastre publicada en El Norte de Castilla).
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