Blog de Manuel Saravia

Macguffin

Entre las numerosas deudas que la cultura tiene con Alfred Hichtcock se encuentra la de haber puesto en circulación el concepto de Macguffin. Una expresión que designa la excusa argumental que pone en marcha una historia. La excusa que motiva a los personajes a desarrollar la historia, pero que en realidad carece de relevancia por sí misma. Lo que distingue al Macguffin de otros tipos de coartadas argumentales es su carácter intercambiable. Y desde el punto de vista de la audiencia, que tal excusa, el Macguffin, no es lo importante de la historia narrada. Un ejemplo de Macguffin sería la fórmula secreta que recuerda el memorista circense de 39 escalones. Hubiese sido lo mismo si se tratase de la clave de acceso a un banco, una lista de nombres de espías o cualquier otro pretexto argumental.

El propio Hitchcock lo explicaba así: “En las historias de rufianes siempre es un collar, y en historias de espías siempre son los documentos”. Puede verse en lo que nos cuenta de Con la muerte en los talones: “En esa película he reducido el Macguffin al mínimo. Cuando Cary Grant pregunta al agente de la CIA acerca del malvado James Manson `¿Qué hace ese hombre?´ `Oh, responde el agente, digamos que está en la importación-exportación´. `¿De qué?´ `Hum… de secretos de estado´. Y es todo lo que debemos decir. Es inútil que mostremos algo más, sea lo que sea. Pero toda historia de espionaje debe tener su Macguffin, sea un microfilm o un objeto cualquiera oculto en el tacón de su zapato”.

Lo que interesa al cine es conducir al espectador a su manera, someterlo a su ritmo. ¿Es eso lo que le interesa a la política democrática? Viene esta digresión a propósito de la regeneración democrática, sobre la que se ha tratado en un pleno extraordinario celebrado hoy. Debo decir que no creo, en absoluto, que se trate de un nuevo macguffin, de una excusa que en realidad no interesaría, pero que habría de servir para movilizar la acción política. Pero podría acabar siéndolo. Tal como ha sucedido con el “modelo de ciudad” (¿alguien sabe qué es eso?) o con la sostenibilidad (¿hay algo hoy que no sea sostenible?). Es preciso que al hablar de regeneración democrática se tome en serio la expresión y se propongan actuaciones concretas, inmediatas, eficaces. Por favor, no más Macguffin en la política.


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